CRÍTICA: Blade Runner 2049 (2017)

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4-y-media estrellas

Tengo un recuerdo muy vívido de la primera vez que me adentré en el universo de Blade Runner. Tendría doce o trece años cuando le pedí a mi padrino, que por aquel entonces tenía Canal +, que me grabara una película de ciencia-ficción con Harrison Ford que había visto anunciar. Le di una vieja cinta VHS para grabara encima. Ya había visto decenas de veces las trilogías de Indiana Jones y Star Wars, pero de esa extraña película no sabía nada. Entonces vino el «Los Ángeles, 2019», las torres y sus llamas, el piramidal edificio de la Tyrell Corporation, los coches volando, los punks, la lluvia, la geisha, los replicantes… No entendía demasiado, el ritmo era lento, pero no podía apartar los ojos de la pantalla, hipnotizado por la película más bella que había visto nunca, atrapado por una historia sobre lo que significa ser humano.

Ahora, un porrón de años después, Denis Villeneuve y Roger Deakins han conseguido deslumbrarme de nuevo con ese futuro oscuro, decrépito y también precioso. Pero cuidado, este un futuro distinto, bastante diferente del ideado en 1982. Se han mantenido ciertas cosas, detalles, imágenes icónicas que conectan con aquel, pero aun siendo el mismo mundo reconocible, ésta es otra película. Blade Runner 2049 es una película de Villeneuve para lo bueno y para malo (que para un servidor es prácticamente nada), es un thriller pausado, intenso, de atmósfera apabullante y devenir inteligente. Ha perdido cierta poesía de la original, también el impacto que una segunda parte no puede tener, pero es un film fascinante, la secuela más digna que se podía hacer.

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Nuevo protagonista, el agente K (un Ryan Gosling que lleva toda la película sobre sus hombros), escenario semejante, una sociedad en la que los replicantes son utilizados por los humanos para mantener su supremacía, para que no se les vaya de las manos el status quo. Y entonces un descubrimiento, una fisura en el sistema, amenaza con poner patas arriba ese dominio. Da comienzo una trama de cine negro envuelta en un mundo futurístico y distópico, con una tecnología y procedimientos avanzados, una investigación, una búsqueda que pone de relieve lo más profundo del ser humano. Al igual que la cinta de Ridley Scott, la de Villeneuve trata variados y profundos aspectos de la idiosincrasia humana: identidad, valores, miedos, recuerdos, ¿qué es lo que nos hace humanos? Cuestiones de compleja respuesta (si alguien las tiene, por favor, que comparta), que están siempre presentes en este viaje por un mundo ya en las últimas que mira hacia arriba, a las estrellas, y también hacia adentro, buscando soluciones a un fin que se resiste a llegar.

Poquito que añadir respecto a la potencia visual del film, es mastodóntico. Probablemente es una de las películas más impactantes de la década en este sentido, explorando otros rincones, otros paisajes, respecto a la película original, pero manteniendo la esencia, desarrollando y logrando vitaminar un mundo sucio y brillante, húmedo y (por alguna razón) fetichista. Ver Blade Runner 2049 es toda una experiencia, es difícil olvidar esos bellísimos fotogramas que quedan automáticamente impresos en nuestro cerebro. La música ya es otro tema, la banda sonora de Benjamin Wallfisch y Hans Zimmer funciona bien y tiene sus momentazos, pero igualar la magia de Vangelis era algo imposible. Como decía al principio, se ha perdido cierta carga lírica, quizás debido a la banda sonora, también a una historia menos romántica y más cruda que la de 1982. Ese halo de romanticismo se ha ido, Blade Runner 2049 juega a otra cosa.

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¿Qué decir del reparto? Gosling es uno de mis ojitos derechos de Hollywood, Ana de Armas está estupenda en su sorprendente papel, Robin Wright y Jared Leto en su línea con unos personajes que les van muy bien, para qué decir que no, y Harrison Ford es Harrison Ford… Tenía que estar sí o sí, su presencia siempre llena la pantalla. Un casting impecable para una película impecable, otra obra de arte que unir a la impresionante carrera del director canadiense, de los pocos de los que se puede decir sin temor a equivocarse que no tiene, de momento, ni una película mala.

Parecía que meterse con Blade Runner era como profanar lo más sagrado, la película que muchos tenemos en un pedestal. El riesgo era altísimo, pero el resultado ha sido de primera. Un prodigio técnico como pocos, una gran película que no podríamos siquiera soñar hace unos años. El principal triunfo del film es su propia identidad, tributando cuando es debido al original, pero arándose un camino propio. Una obra descomunal a muchos niveles, pero que no es para todos los gustos. No es un blockbuster más (aunque lo parezca en apariencia), y es mejor ir a verla habiendo visto la primera película. Sin duda una de las películas del año.

“Los que nacen tienen alma. Creo.”- Agente K.

Alfonso Gutiérrez Caro

2 Respuestas a “CRÍTICA: Blade Runner 2049 (2017)

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