Os voy a hacer una pequeña confesión. Normalmente, cuando voy a escribir una reseña o algún post de opinión, procuro pensar en una buena frase para empezar. Un par de líneas que introduzcan el tema a tratar de forma que resulten atractivas para el lector y que le inviten a seguir leyendo el resto del texto. Con ‘The Leftovers’ he intentado esto mismo, pero no he obtenido resultado. No sabía, no tenía ni la más remota idea de cómo empezar a hablar de una serie como ésta… Confieso que ‘The Leftovers’ me sobrepasa, me sobrepasa de una forma maravillosa y única, activa mis neuronas, explota mi cabeza, agarra bien fuerte mis emociones. No ha habido nunca nada igual a ‘The Leftovers’ y quizás por eso esta reseña también tiene que ser diferente. Por eso la escribo ahora, antes de que se emita el último episodio.
Damon Lindelof (autor odiado y amado, como debe de ser) ha creado a partir del libro de Tom Perrotta un universo mágico muy real. ¿Esto cómo se come? Bueno, es difícil de explicar, y quizás no debería hacerlo puesto que en ocasiones no necesitamos respuestas. Las personas nos obsesionamos con saber, lo queremos saber todo, ¿por qué?, ¿por qué?, ¿por qué? ¿A dónde vamos?, ¿de dónde venimos?, ¿qué fue antes el huevo o la gallina? ‘The leftovers’ es como la vida, hay cosas que sabemos y cosas que no, hay dolor y alegría, amor y muerte, cielos e infiernos. Hay cosas en las que creemos no se sabe muy bien por qué, otras por las que merece la pena dar hasta la última gota de tu sangre. Hay injusticias y también recompensas, hay incomprensión y miedo, pero también emoción, confusión y absurdo. ¿Acaso no es eso estar vivo?
La serie de HBO es una fábula sobre la condición humana, sus temores y objetivos, sus delirios y sus necesidades individuales y colectivas. Para acometer tal empresa se vale de un conjunto de personajes MARAVILLOSOS (no, no se me ha ido el dedo con las mayúsculas, ha sido premeditado), a cual más especial e inolvidable, protagonistas todos en una serie que no entiende de personajes principales o secundarios, todos tienen su importancia, todos gozan de su momento (o momentos) de gloria. El dolor y la valentía de Nora Durst, la fe del reverendo Jamison, el vacío de Laurie, la fortaleza de Patti, la locura de Harvey Senior, la paradoja de Kevin… Interpretaciones de altura (espectacular el trabajo de Carrie Coon, Justin Theroux o Christopher Eccleston, por nombrar algunos) para unos personajes con multitud de aristas a los que acompañamos por su particular odisea de vida y muerte, con sus éxitos y sus fracasos, sus certezas y sus misterios. Todos juntos y todos solos enfrentándose a algo que va más allá de su entendimiento, en su eterna lucha interna. A un apocalipsis sin fin del mundo.
En esta tercera temporada hay un cambio de paisaje, al igual que sucedió con la segunda temporada, enmarcándose el grueso de la trama en Australia. Lo que sigue igual, por suerte, es que es una de las pocas series (sino la única) que no ves venir en ningún momento. En serio, esto es algo absolutamente maravilloso. En cualquier otra ficción quien más quien menos puede intuir por donde van a ir los tiros, qué va a pasar a continuación, a veces podemos incluso predecir el final de lo que estamos viendo. Con ‘The Leftovers’ estos intentos son del todo estériles puesto que es imposible adelantarse a nada de lo que pueda ocurrir, es una sorpresa tras otra, en ocasiones una sucesión de estados de estupefacción. Es una sensación tremenda sentarte frente a la televisión, darle al play y no saber por dónde te van a llevar, qué sensaciones van a despertar en tu interior ni cómo demonios va a acabar tal o cual personaje. O qué le van a escanear a Kevin.
Solo le voy a poner un pero a la cosa: creo que podría haber durado más. No estoy seguro de quien es la culpa, si el plan desde siempre ha sido tres temporadas, pero me da la sensación de que se ha cogido un atajo para ir directos al final. Ya sé, hay series que se alargan hasta el absurdo y van perdiendo calidad y aquello que las hizo buenas por cada nuevo minuto emitido, pero tengo la sensación de que ‘The Leftovers’ podría haber dado una o dos temporadas más a pleno rendimiento. Nunca lo sabremos, y ni falta que hace puesto que el resultado es magnífico, sorprendente, arrollador… Pero ahí lo dejo, a lo mejor es que simplemente no me quiero hacer a la idea de que esto ha terminado, de que ya no hay más bañeras ni ropas blancas ni nuevos testamentos ni mesías. Que no me va a recorrer un escalofrío cada vez que suene la preciosa melodía a piano de Max Richter.
Por suerte todavía queda un episodio más, titulado ‘The book of Nora’ nada menos, que promete lo que siempre ha ofrecido esta serie: lo imprevisible. Una última ración de emociones, de sueños, de temores, de despedidas y de encuentros.
Joder, no estamos preparados.
«No estoy diciendo que seas Jesús, pero te queda bien la barba»- Matt Jamison
No puedo estar más de acuerdo 🙂
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