Los ciento y pico años de historia del cine se encuentran jalonados por una serie de célebres asociaciones director-actor que se repitieron en numerosas ocasiones para, aparte de ensalzar las carreras de ambos, dar lugar en muchos casos a obras cruciales dentro de un determinado género. Tenemos, por ejemplo, a Alfred Hitchcock y James Stewart con cuatro colaboraciones, a John Ford y John Wayne con más de una decena, o las más actuales colaboraciones de Martin Scorsese con Robert De Niro (ocho) o Leonardo DiCaprio (cinco, de momento). ‘El halcón maltés’, ópera prima de John Huston, supuso la primera de sus cinco colaboraciones con Humphrey Bogart, destacando ésta y ‘Cayo Largo’ en cine negro, y ‘El tesoro de Sierra Madre’ y ‘La reina de África’ dentro del cine de aventuras, todos ellos clásicos indiscutibles del séptimo arte, recordadas joyas del Hollywood de los cuarenta e inicios de los cincuenta.
En ‘El halcón maltés’, Bogie da vida a Samuel Spade, un detective privado que es contratado por una bella mujer para que encuentre a su hermana y la aleje de los peligrosos brazos de un mal tipo llamado Thursby. Pronto la cosa se complicará cuando a la muerte de Thursby acompañen otras y entre en juego un nuevo caso que resulta estar conectado con el anterior, la búsqueda de un valioso e histórico objeto: el halcón maltés, una estatuilla fabricada con “el material con el que se hacen los sueños”, regalo que hizo la Orden Hospitalaria al emperador Carlos V allá por el siglo XVI.
La trama avanza a la velocidad del trueno, sucediéndose escenas y apareciendo nuevos personajes que se van enredando en la particular tela de araña que es el guión basado en la novela del maestro del noir Dashiell Hammett. Conforme avanza la cosa las dudas se van despejando y la verdad va saliendo a la luz, pero por el camino asistimos a todo un baile de mentiras, juegos y triquiñuelas de los personajes, sobre todo por parte del protagonista, para intentar salirse con la suya que enmarañan el caso y nos dejan con la sensación de no estar enterándonos de nada. ‘El halcón maltés’ es una película muy divertida y que pasa en un suspiro, pero también precisa de un atento visionado para seguir con atención la trama que nos presenta, sustentada en unos geniales y largos diálogos. Visualmente es espectacular, presentando todos y cada uno de los elementos estéticos del cláisco noir, con los personajes y sus sombreros y elegantes trajes, siluetas en la noche, el humo de los cigarrillos flotando en las habitaciones o el humo de las calefacciones flotando en las calles.
La autentica sensación de la función, como no podía ser de otra manera, es el detective interpretado por Humphrey Bogart, un tipo duro, irónico, truhán, también frío y calculador, con los escrúpulos mínimos y un buen gancho de derecha. Un tipo imprevisible que, como dice uno de los personajes “nunca se sabe a ciencia cierta que va a decir o hacer, pero sin duda será algo asombroso”. El personaje de Bogart es el puñetero jefe, jugando con todos, sacando provecho monetario cada vez que puede, llevándose a la chica y regalando un buen puñado de frases marca de la casa que ponen de relieve su cinismo y osadía sea cual sea la situación que se le presente.
‘El halcón maltés’ es todo un referente del cine negro de los cuarenta, aunando gran atmósfera y peculiares personajes, argumento embrollado y grandes dosis de ironía y misterio. Todo un divertimento clásico con un Bogart como pez en el agua.
“Una dosis razonable de líos no me molesta”– Sam Spade.
Alfonso Gutiérrez Caro