Decía Abraham Lincoln, y me viene ni que pintado para empezar esta reseña, que “hagas lo que hagas, hazlo bien”. Y en eso de hacerlo bien, de hacer buenas películas, Quentin Tarantino se pinta solo. Ahora le ha dado por el western, pero todos sabemos que Tarantino no hará nunca un western puro, como tampoco ha hecho nunca cine bélico, ni negro, Tarantino hace, sencillamente, películas de Tarantino. Comedias con trama criminal, abundancia de diálogo, abundancia de sangre. Y con ‘Los odiosos ocho’ lo ha vuelto a hacer. No siento que Tarantino haya innovado absolutamente nada con ‘Los odiosos ocho’, no introduce nada que no hayamos visto ya antes en su filmografía, de hecho lo que hace es transitar por sus lugares comunes, allí donde se siente cómodo, donde más se gusta, para regalarnos una de las películas más disfrutables de su carrera.
‘Los odiosos ocho’ es puro Tarantino, todo lo mejor de su cine está aquí en importante medida. El diálogo, punto capital de su cine, cobra aquí una dimensión fundamental al presentarnos una película con múltiples personajes (son más de ocho, ¿eh?) y prácticamente un único espacio, la mercería de Minnie. La situación digamos que obliga a que conozcamos cosas de los personajes por lo que hablan, por todo aquello que cuentan cuando interactúan. Se nota que Tarantino ha debido pasárselo de lo lindo escribiendo el guión de esta suerte de obra de teatro-western-juego del Cluedo. Mucho cachondeo, mucha intensidad, mucha rivalidad y muchas maneras (otra vez) de llamar a un negro.
Viendo ‘Los odiosos ocho’ me ha venido a la mente en varias ocasiones la maravillosa ‘Reservoir dogs’, y eso es buena cosa. Tarantino vuelve a crear una gran intriga con pocos recursos, dando el protagonismo casi absoluto a los personajes. Digo “casi” porque visualmente es una gozada: esos paisajes, esos encuadres, esos copos de nieve flotando en el aire, y la banda sonora original de Ennio Morricone que te envuelve durante las casi tres horas de metraje, conduciéndote por este curioso tour de force verborreico de gatillos ligeros. Además hay un gran trabajo de montaje, ciento sesenta y siete minutos que en ningún momento se hacen largos, todo parece compensado y medido, no como la (sobrante) parte final de la también estupenda Django.
El reparto, lleno de caras conocidas y actores fetiche tarantinianos, está soberbio. A destacar la enésima interpretación brutal de Samuel L. Jackson, en varios pasajes me atrevería a decir que su Mayor Marquis Warren está casi a la altura del bad mother fucker Jules Winnfield. Él es la principal atracción de un reparto coral en el que también sobresale, cadena mediante, la pareja Jennifer Jason Leigh-Kurt Russell. Ella está magnífica en el papel de la maltratada y perversa Daisy Domergue, mientras que Russell cumple con creces con su carismático John Ruth «La horca», personaje que lleva las riendas durante buena parte del film. No me olvido del gran descubrimiento de la cinta, Walton Goggins, actor que hace gala de una gran vis cómica y que parece haber nacido para recitar los diálogos de Quentin.
Resulta cuanto menos curiosa la forma en que humor y violencia explícita se unen y entremezclan en ‘Los odiosos ocho’. A pesar de que a Tarantino se le vuelve a ir la mano con los litros de sangre, las cabezas explotando y sadismos varios, resulta chocante como la mayoría de estas escenas provocan la risa en el espectador, cuando en cualquier otro contexto produciría otra sensación bien distinta. De eso tiene mucha culpa la naturaleza de los personajes creados por el director norteamericano, odiosos, sí, pero también carismáticos, fáciles de empatizar pero que, llegado el momento, no da ninguna pena verles sufrir. También ese tono festivo que el film mantiene en todo momento, a pesar de las barbaridades que pasan o se cuentan.
‘Los odiosos ocho’ es divertimento pausado, ingenio desatado, comedia y tragedia. Un todo en uno servido por la precisa ejecución del genio de Knoxville, con sus tics, sus grandezas y sus desvaríos. A los fans de Quentin les encantará, pues da todo lo que se espera de ella y más, a los que no les gusta tendrán un empacho considerable. No en vano, ‘Los odiosos ocho’ es de lo más tarantiniano de Tarantino.
«Un movimiento extraño, y recibiréis un balazo. No un aviso ni una advertencia, un balazo» Mayor Marquis.