CRÍTICA: Star Wars: Episodio I. La amenaza fantasma (1999)

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3 estrellas

En una galaxia muy, muy lejana dos caballeros Jedi son enviados en misión diplomática al planeta Naboo para negociar el bloqueo impuesto por la Federación de comercio. Tras ser atacados huyen junto a la Reina Amidala y el gungang Jar Jar Binks, llegando hasta el desértico planeta Tatooine, lugar donde conocerán a un extraordinario joven bendecido por La Fuerza.

Al igual que ocurre en nuestros días, en 1999 el fenómeno ‘Star Wars’ colonizó el mundo. La implacable maquinaria de merchandising de la compañía de George Lucas se encargó de inundarlo todo con camisetas, mochilas, carpetas, figuras, tazas, relojes, libros, videojuegos, cómics… todo lo imaginable con los personajes de la nueva trilogía. La cuestión no era para menos, pues se trataba de relanzar una saga de la que ya hacía 16 años de su última película, ’El retorno del Jedi’, y que había significado un antes y un después en la historia del cine reciente. Una saga clave en la forma de hacer y ver cine. El objetivo era hacer tres precuelas, situadas 30 años antes de los eventos ocurridos en la trilogía original, en las que se narraría el ascenso a los cielos y la posterior caída a los infiernos de Anakin Skywalker, quien acabaría convirtiéndose en el temido y mítico Darth Vader. La expectación era máxima, próxima a la locura, pero los resultados fueron desiguales. ‘La amenaza fantasma’ fue un tremendo éxito de taquilla, pero el dinero no vino acompañado de una buena respuesta por parte de la crítica, tampoco por parte de legiones de fans que se sintieron defraudados con el nuevo rumbo de la saga intergaláctica. Algunos supieron valorarla por lo que es: un disfrutable espectáculo palomitero con excelentes efectos visuales, si bien hubo más consenso en señalar un elemento crucial de la trilogía inicial que no poseía ‘La amenaza fantasma’ (ni las dos partes que vinieron después): una alarmante falta de encanto, esa chispa, esa magia que hizo a la guerra de las galaxias tan especial.

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Empecemos por los aspectos positivos de ‘La amenaza fantasma’: la película es un espectáculo que te llena los ojos y te traslada a un mundo de fantasía más allá de las estrellas. Tatooine, Naboo, Coruscant… planetas visualmente fascinantes y con multitud de detalles que consiguen esa sensación de evasión y maravilla que ofrece el universo ‘Star Wars’. A pesar de no contar con el gran carisma y ese aura especial de personajes como Luke Skywalker, Leia o Han Solo, ‘La amenaza fantasma’ presenta una serie de personajes interesantes entre los que sobresale el querido maestro Jedi Qui-Gon Jinn, interpretado por Liam Neeson, que es la sabiduría hecha ser (con permiso de Yoda) y un jovencito Ewan McGregor, aquí como Padawan, que dará más juego en los siguientes episodios (tupida barba mediante) ya como el maestro Obi-Wan Kenobi. Cumple también una jovencísima Natalie Portman dando vida a la abnegada y carnavalesca princesa Amidala.

A destacar por su ejecución la intensa carrera de vainas, una suerte de actualización de la carrera de cuadrigas de ‘Ben-Hur’, únicamente empañada por los comentaristas chorras, y el épico climax final, donde el duelo a sable láser entre la dupla Qui-Gon-Obi-Wan y el Sith Darth Maul rememora a los de la trilogía original y la épica eleva el conjunto. No podemos olvidar la excelsa banda sonora de John Williams, con los temas clásicos de la saga y también algunos nuevos (inolvidable el ‘Duel of the fates’) que subrayan y amplifican la heroica y la emoción en las escenas clave.

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En el otro lado de la balanza tenemos al cargante Jar Jar Binks, misa no gusta tusa, un desafortunado personaje (supuestamente) cómico que consigue dar más pena que hacer gracia, y a un villano que no está a la altura de las circunstancias. En este punto es muy ventajista hacer la comparativa con el gran Darth Vader, pero lo peor de Darth Maul no es que no sea Vader, es que directamente no tiene personalidad alguna. Más allá de su acertado diseño y del gran trabajo acrobático del actor Ray Park no encontramos nada en absoluto, un personaje plano donde los halla. La trama de la Federación de comercio y los politiqueos son de lo más aburrido de la cinta, perdiéndose la cosa en conversaciones insustanciales y en el patetismo de los virreyes como marionetas del holográfico Lord Sidious.

Hay un gran trabajo de efectos visuales en el film, es incontestable, sin embargo hay muchas ocasiones en las que lo digital se nota en exceso, echándose en falta la utilización de más marionetas, naves en miniatura y demás. Da la sensación, es probable que así sea, de que la mayoría de la película se rodó con un croma verde, lo cual resta parte de credibilidad y ese encanto de los efectos de toda la vida.

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‘Star Wars: Episodio I. La amenaza fantasma’ es una película vistosa y divertida, con sus altibajos, sus buenas y sus malas decisiones, que cumple de sobras su cometido de entretener pero a la que le falta carisma, trascendencia y alma. No fracasa en la espectacularidad, lo hace en lo emocional, y ese es un escollo bastante importante. Quizás quiera abarcar demasiado, ser más grandilocuente de lo que debería, perdiéndose y olvidándose de su propia esencia.

«Concéntrate en el momento. Siente, no pienses, usa tu instinto» – Qui-Gon Jin

Alfonso Gutiérrez Caro

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