Título original: True Detective. País: E.E.UU. Año: 2015. Duración: 60 minutos (8 episodios). Director: Justin Lin, John Crowley, Daniel Attias, Janus Metz, Miguel Sapochnik. Guión: Nic Pizzolatto. Música: T Bone Burnett. Reparto: Colin Farrell, Rachel McAdams, Taylor Kitsch, Vince Vaughn, Kelly Reilly, David Morse, Ritchie Coster, Adria Arjona, James Frain. Productora: HBO. Género: Neo-noir. Fecha de estreno: 21/06/2015.
Hace algo más de un año, cuando todo el mundo aceptó de mejor o peor grado que Rust Cohle y Martin Hart no iban a volver a recorrer Luisiana y resolver macabros crímenes mientras charlaban sobre lo humano y lo divino, dio comienzo un divertido baile de nombres y especulaciones para sustituir a tan célebre pareja que sacudió las redes sociales durante un tiempo. Cuando al fin se supo el elenco de la nueva temporada, así como ciertos detalles de la trama y la localización, quedó patente que iba a ser muy difícil igualar el nivel de la temporada uno, y que esta nueva sesión iba a ir por otros derroteros respecto a su celebrada predecesora.
Aun así, en ‘True Detective II’ encontramos ciertos elementos afines a la primera temporada y que sirven para unir el trasfondo de dos historias dispares, para encuadrarlas dentro del mismo universo. La primera, la más obvia, es que se trata de una serie de detectives en la que se investiga un crimen, en concreto el asesinato de Ben Caspere, una especie de administrador municipal de curiosas aficiones y turbios negocios. Segunda, el show está plagado de personajes obsesivos y machacados por serios problemas que les hacen revelar sus lados más oscuros e inquietantes, lo cual les convierte también en imprevisibles juguetes del destino. En tercer lugar encontramos una serie de detalles visuales que la emparentan con su “hermana mayor”, tales como los deshumanizados planos aéreos de fábricas de retorcido acero y autopistas en hipnótico discurrir, pequeños objetos y elementos decorativos con la cualidad de despertar mal rollo y, como no podía ser de otra forma, una atmósfera densa y tenebrosa que oprime a los personajes y sus acciones en todo momento. Lo que no vamos a encontrar es ese elemento sobrenatural, esa aura mágica con tintes satánicos que tan buenos resultados dio en la temporada protagonizada por Matthew McConaughey y Woody Harrelson. Aquí lo macabro y oscurantista da paso al vicio y la corrupción, sobre todo sexual y política, la extensión de sus tentáculos y su lucha.
En esta nueva temporada cambiamos el entorno rural y supersticioso de Luisiana por un ambiente más urbano y postmoderno en California, en los condados de Los Ángeles y Ventura, girando la trama entorno a la ficticia (y corrupta hasta el tuétano) ciudad de Vinci. Un espacio industrial en el que visitamos desde lujosas mansiones a deprimentes tugurios, pasando por tóxicas fábricas de gestión de residuos o sets de cine. Que sea Los Ángeles y alrededores la ubicación escogida tiene mucho que ver con la decrepitud moral de la gran urbe del oeste americano, los últimos coletazos del sueño americano y la tierra prometida, así como los sacrificios que se están dispuestos a hacer para cumplir tales sueños. El Los Ángeles de Pizzolatto es duro y deshumanizado, todo parece podrido por dentro, aderezado con las deprimentes letras de Lera Lynn y cubierto de una pátina de perversión que subyuga a los protagonistas. La elección obedece también a una larga tradición dentro del género noir, situado entre las palmeras, las grandes avenidas y las colinas angelinas desde hace décadas, desde las novelas de Raymond Chandler de los treinta-cuarenta, pasando por la obra cumbre del género negro cinematográfico ‘Perdición’ (‘Double indemnity) de Billy Willder, hasta thrillers más recientes como ‘L.A. Confidential’ o ‘Drive’.
‘True Detective II’ es eminentemente coral. Nic Pizzolatto, como buen novelista, otorga a los personajes la máxima importancia dentro de la función, llevando a cabo un fantástico trabajo de desarrollo y evolución de los mismos, retratando con tino una serie de problemáticos caracteres cuyos actos les van envolviendo cada vez más en esa oscuridad característica del escritor norteamericano. El brutal asesinato de Ben Caspere, al igual que el de Dora Lange, hace de catalizador para el desarrollo de una trama en la que lo verdaderamente importante es el viaje interno de cada personaje así como su relación con el resto, siendo la investigación de este caso la que pone en contacto a los tres dispares agentes de la ley y al empresario mafioso, cada uno con su enfoque y sus intereses respecto a la resolución del mismo.
Ray Velcoro, interpretado por un gran Colin Farrell, es detective del departamento de policía de Vinci, un padre divorciado-traumatizado, un tipo agresivo- corrosivo que calma sus nervios y sosiega sus tormentos nadando en alcohol. Velcoro colecciona, aparte de vicios y bajezas, un buen número de escenas y frases memorables que le hacen convertirse en el personaje más atrayente de la temporada. Junto a él destaca Ani Bezzerides, a la que da vida una soberbia Rachel McAdams, la circunspecta detective del condado de Ventura, dura y reservada, extraña también, se revela como la detective más firme y profesional del caso. Ambos, Ray y Ani, son dos de las principales razones por las que la serie merece la pena, el alma de ‘True Detective II’. Completa el trío de investigadores un intenso (en ocasiones demasiado) Taylor Kitsch como el ex militar y patrullero de carretera Paul Woodrugh, probablemente el personaje más complejo a nivel emocional y que más cosas chungas arrastra, también el que más tarda en encajar en el engranaje de la temporada. Por su parte, Vince Vaughn ofrece una intermitente interpretación de Frank Semyon, el empresario mafioso de (cómo no) traumático pasado, ofreciendo varios de los mejores momentazos y frases cool de la temporada así como varias escenas cansinas de típico gánster amenazante. Tanto Woodrugh como Semyon van creciendo a cada episodio, al igual que la serie, encontrando sus mejores versiones en la palpitante segunda mitad de la temporada. Acompañando a los cuatro protagonistas tenemos una interesante galería de secundarios encabezada por Kelly Reilly como la mujer de Semyon, David Morse dando vida al hippie padre de Bezzerides, y Ritchie Coster interpretando a uno de los personajes más interesantes del show: el alcalde de Vinci Austin Chessani.
‘True Detective II’ se destapa como un legítimo neo-noir en el que destaca el guión de Nic Pizzolatto, inspirado en obras de los grandes de la literatura negra como el citado Chandler o James Ellroy, con una historia cocida a fuego muy lento, una investigación enrevesada con multitud de personajes e idas y venidas, y unos diálogos marca de la casa que basculan entre lo crudo y lo trascendental. Una suerte de novela policíaca audiovisual en la que la compleja trama y sus múltiples subtramas (algunas más interesantes que otras) al principio dan la sensación de no avanzar hacia ninguna parte, pero que tiene en los personajes y sus circunstancias, en la corruptibilidad y la decadencia del hombre, así como en otros temas transversales como la infancia traumática, el sexo o la paternidad, las claves del desarrollo de una serie en claro in crescendo.
En cuanto a dirección ya no contamos con un único director sino que los ocho episodios son repartidos entre varios realizadores, siendo Justin Lin (artífice del despegue de la saga ‘Fast & Furious’) el que marca el ritmo y el tono con los dos primeros episodios. Esta temporada ofrece una narrativa y una estética más convencionales, perdiendo el enfoque personal y la cohesión que Cary Fukunaga ofreció en el caso de Dora Lange. A pesar de esto el resultado final es muy satisfactorio, encontrando en todos los episodios escenas potentes e inspiradas, auténtico true detective. A destacar el trabajo de Daniel Attias en el episodio siete y el de John Crowley en los episodios cinco, capítulo clave de este año, y ocho, uno de los mejores de las dos temporadas.
La ficción de Pizzolatto sigue destacando tanto por su escritura como por sus turbios personajes. ‘True Detective’ ya no es el fenómeno que sacudió nuestras pantallas el año pasado, ha perdido ese halo mágico y fascinante de la primera temporada para asentarse en terrenos más pateados dentro del género, pero sigue siendo una serie de calidad, oscura y estimulante, a ratos apasionante, que va de menos a más para acabar con un final de temporada duro y memorable. Puede que no sea perfecta, pero es un placer acompañar al castigado cuarteto protagonista, a los ángeles caídos, hacia el enmarañado abismo de corrupción al que se ven abocados.
‘Yo quería ser astronauta, pero los astronautas ya no van a la Luna’.- Ray Velcoro.
Pues a mí me ha decepcionado bastante. No diré que ha sido mala, porque no lo es, pero sí una imitación un tanto impostada del ambiente y tono de su primera temporada. En parte imagino para no decepcionar a los fans.
El exceso dramático y grave me ha parecido un tanto forzado, más que nada porque los traumas de sus personajes me importaban más bien poco. Unos por tópicos y otros por relativamente absurdos. Y si no hay empatía o interés por los personajes en una serie de personajes ya queda poco margen. Aún así repito que se agradece al menos que se intente profundizar en sus caracteres.
Luego está la investigación policial, que ha pretendido ser tan enrevesada y confusa que al final he acabado perdiendo el interés por saber quién mató a Caspere y toda la trama corrupta.
Los actores tampoco me han convencido. Farrell está un poco pasado de vueltas, sobre todo Kitsch. Y Vaughn finalmente se ha mostrado como un error garrafal de casting por falta de carisma e inexpresividad.
Se salvan algunos capítulos y escenas chulas. Sobre todo el último. Es verdad que se le ha exigido mucho a esta nueva temporada, pero aun así creo que no ha estado a la altura. Espero que no ocurra lo mismo con ‘Fargo’.
Me gustaMe gusta
Supongo que, en el fondo, es una cuestión de conexión. Yo he conectado bien con todo, a pesar de ciertos baches y de esos excesos de los que hablas. Es una serie de personajes, y si o te interesan ni te terminan de convencer los actores es normal que decepcione. A mí todo lo contrario.
Ahora hay ganas de ‘Fargo’, sí.
Me gustaLe gusta a 1 persona