Desafortunada nueva entrega del universo Marveliano que funciona más como capítulo de relleno y presentación de este nuevo personaje, el Hombre Hormiga, que como digno espectáculo palomitero.

‘Ant-Man’ comienza con un risible prólogo más cercano a una cutre serie de televisión enganchada a medio, con el que pretende dar la sensación de que el espectador se encuentra ante un mundo más grande que el de la propia película. Pero crear un universo propio y rico en detalles requiere más que eso. La película se conforma con una cara conocida y envejecida por aquí, nombrar un par de veces a Stark por allí y colocar un Vengador segundón.

El filme no es más que un comistrajo de géneros, acción, comedia, espías y ciencia ficción, por el que no termina de decantarse. Ni llega a ser lo suficientemente cómica como para ser considerada una comedia ni se toma demasiado en serio para ser una cinta de espías creíble.

No hace falta hacer hincapié en la unidimensionalidad de sus protagonistas, así como lo ridículos que resultan ciertos secundarios, especialmente el trío de delincuentes encabezados por Michael Peña. Por no hablar de lo irrisorias que resultan los traumas paterno-filiales.

Paul Rudd no da la talla como héroe de acción y su único personaje femenino justifica su presencia para poder hacer gala de un humor machista pasado de moda desde hace décadas. Tal vez en futuras entregas su protagonismo sea mayor, pero eso no justifica su nulo peso en la historia.

Como viene siendo habitual en el universo Marvel, el villano de turno adolece de una completa falta de carisma y sus maléficos planes carecen de interés alguno. La película se convierte así en un mero aperitivo light entre episodios más grandes e interesantes de los Vengadores.

De entre los coquetos del cine de Marvel con la comedia resulta mucho más recomendable la divertida ‘Guardianes de la Galaxia‘.

De ‘Ant-Man’ tan solo se salva que, al menos, en su escasa duración no aburre, así como el trabajo en los efectos especiales a la hora de recrear los mundos en miniatura. Lástima que no se termine de aprovechar con un estilismo más atractivo y estimulante, sino que constituye el perfecto ejemplo del Marvel más despersonalizado y carente de alma. Un producto de usar y tirar, olvidable a los pocos minutos de abandonar la sala.