Título original: ‘Pasolini’. Año: 2014. Duración: 86 min. País: Italia. Director: Abel Ferrara. Guión: Abel Ferrara. Fotografía: Stefano Falivene. Reparto: Willem Dafoe, Ninetto Davoli, Riccardo Scamarcio, Valerio Mastandrea, Adriana Asti, Maria de Medeiros. Productora: Capricci Films, Tarantula, Urania Pictures S.r.l. Género: Biopic. Fecha de estreno (Italia): 25/09/2014. Fecha de estreno (España): 19/03/2015
Aunque 2015 sea el año en que se celebran los cuarenta años de la muerte de Pier Paolo Pasolini, el controvertido cineasta Abel Ferrara presentó su particular biopic sobre el legendario autor italiano en la Mostra Cinematográfica de Venecia de 2014. El público que esperaba otro polémico y pornográfico retrato biográfico al estilo de su anterior film sobre Dominique Strauss-Kahn se sorprendió ante la lírica que desprendía dicho relato metafísico. La sexualidad obscena e improcedente de ‘Welcome to New York‘ no iba a ser necesaria para narrar las últimas cuarenta y ocho horas del director de ‘Saló, o los 120 días de Sodoma’. Más bien, la visión de Ferrara sobre la historia de la celebridad asesinada en 1975 alcanza un nivel esteticista similar a ‘The addiction’, con una presencia onírica tan determinante que en ciertos momentos parece abrazar la ciencia ficción. ‘Pasolini’ es un hito en la filmografía del cineasta neoyorquino y, a la vez, una obra clave para entender el mundo interior de uno de los directores más relevantes de la Historia del Cine. Como decíamos, la última película de Abel Ferrara no es un biopic sobre la vida de Pier Paolo Pasolini, sino sobre sus miedos como ser humano y sus obsesiones literarias, cinematográficas o políticas.
El largometraje de Ferrara está dividido en tres partes que se superponen entre ellas. La primera, y menos relevante, hace referencia a los rituales cotidianos que Pasolini realizó durante los dos últimos días de su vida. Es decir, regresar a casa de su madre en Italia, conceder una entrevista, visitar a sus amigos y disfrutar de los servicios de uno de sus jóvenes acompañantes preferidos. Las otras dos, que ocupan la mayor parte del metraje, son dos narraciones en voz en off del guión de una película que nunca llegó a filmar y la lectura de una novela que no pudo publicar. En otras palabras, ‘Pasolini’ se identifica con la puesta en escena de la fantasía de esa iconografía única y singular de sus creaciones. ‘Pasolini’ filma el sueño y no la vida del autor, filma aquello que rondaba en la cabeza del artista, las inquietudes que le fascinaban y le atormentaban; un desasosiego que inesperadamente le condujo hasta su fatídica muerte.
En todo momento, la melancólica aria del ‘Erbarme Dich’ de la ‘Pasión de San Mateo’ acompaña la plácida y estoica voz de un William Dafoe perfectamente caracterizado como el maestro italiano. La sacra melodía de Johann Sebastian Bach, junto con los pasajes en los que Dafoe narra historias de aviones estrellándose en tierras cubiertas por la Nada antonioniana de un extenso desierto rojo, trasladan al espectador al mundo de la imaginación, un lugar donde todo es posible. Por otro lado, ‘Pasolini’ es un múltiple juego de espejos. Se trata de un cúmulo de convergencias metalingüísticas en las que, sin pretenciosidad alguna, el cine de Abel Ferrara se funde con el de Pier Paolo Pasolini. No obstante, si algo destaca en esta perfecta exaltación al séptimo arte, es la asombrosa parábola entre pasado, presente y lo no-real que sólo Ferrara sería capaz de crear, puesto que el cine -y en especial el suyo- es la única disciplina que permite revivir fantasmas. Concretamente, permite imaginar cómo hubiese sido el largometraje o la novela definitiva que recogiese la corriente erótica, filosófica y de denuncia social que ideó Pier Paolo Pasolini. Abel Ferrara nos ha ofrecido la oportunidad de volver a perdernos en el universo mágico del polifacético artista italiano y, además, cuenta con la aparición Ninetto Davoli, el auténtico actor fetiche de Pasolini. La aparición de dicho intérprete en el largometraje de Abel Ferrara probablemente se haya convertido en la experiencia metacinematográfica más emotiva de los últimos años.