Patricia Arquette amaneció el día de los Oscar figurando en todas las quinielas. Ya había recogido todos los premios habidos y por haber antes de alzarse con la codiciada estatuilla, por lo que era lógico que todos nos adelantáramos al momento en que Jared Leto por fin pronunció su nombre.
La actriz tuvo mucho tiempo para elaborar su discurso y decidir qué palabras emplear cuando subiera al escenario. Y entre tanto agradecimiento, decidió hablar sobre la igualdad de género en la industria del cine. Lo hizo sin sonar demasiado fuerte pero firme y segura de sí misma. Más o menos estas fueron sus palabras:
«A todas las mujeres que han dado a luz y pagan sus impuestos. Ya es hora de que tengamos igualdad de salarios de una vez por todas e igualdad de derechos para las mujeres en los Estados Unidos de América«.
Son pocas palabras, pero fueron más que suficientes para que casi todo el teatro se pusiera en pie y ovacionase a Arquette, incluidas unas efusivas Meryl Streep y Jennifer Lopez cuya reacción se convirtió en viral al momento.
La actriz incidió en la desigualdad salarial en particular, una de tantas desigualdades de género que existen en el mundo del séptimo arte. Pero también es cierto que se trata de una de las desigualdades más sonadas y escandalosas.
Sin ir más lejos, si acudimos a la revista Forbes, Robert Downey Jr. es el actor mejor pagado del momento, llegando a cobrar la pasmosa cifra de 75 millones de dólares. Sandra Bullock es, a día de hoy, la actriz mejor pagada con 51 millones de dólares, quien ocuparía el tercer lugar de la lista, pero hay que descender hasta el décimo puesto para llegar a la siguiente de la lista, Jennifer Lawrence. Se trata de casos puntuales, también cabe añadir, pues la mayoría de actores presentes en la lista son todo hombres: Channing Tatum, Hugh Jackman, Mark Wahlberg… No obstante, estos son solo ejemplos de las estrellas mejor pagadas.
El problema estriba en muchos más aspectos, también denunciados por colectivos como son el bajo número de actrices de cierta edad contratadas para trabajar en películas, no digamos ya para protagonizarlas. A excepción de ‘Los Juegos del Hambre’, la inmensa mayoría de los últimos blockbusters, esas películas millonarias que llegan a millones de espectadores de todo el mundo, están protagonizados por hombres mientras que las actrices quedan relegadas a papeles secundarios o de apoyo romántico.
Mucho se ha hablado este año sobre el racismo en la última tanda de los premios Oscar con motivo de la ausencia de ‘Selma‘ en más categorías (y con razón, faltaría más). Pero pocas han sido las voces en señalar el machismo en las últimas nominaciones. Basta con mirar los filmes candidatos al Oscar a la Mejor Película: ninguno de ellos cuenta con un personaje femenino destacable. Todos ellos tienen como absoluto protagonista a un actor. Tan solo Felicity Jones está nominada por una película que opta al premio a la Mejor Película, actriz eclipsada de forma irremediable por su compañero de reparto Eddie Redmayne. Aún más, su papel ha sido ampliamente criticado por ofrecer una visión machista de la exmujer de Stephen Hawking. Y es que la percepción del personaje cambia de manera drástica desde el momento en que se sucede una supuesta infidelidad. Como si todo el sacrificio personal y social anterior no mereciera reconocimiento y tan solo fuera criticable su desliz, momento a partir del cual el tono el filme se vuelve más apagado. El desliz de ella, no el de él, claro está.
Otro ejemplo más lo podemos ver en la aburrida y estúpida alfombra roja de los Oscar. Hasta hace poco la tónica general consistía en preguntar a ellos, los actores, por sus interpretaciones en sus películas nominadas, y a ellas, las actrices, por los vestidos y demás joyería con la que venían ataviadas. Ante numerosas críticas a semejante costumbre, bajo el hashtag #Askhermore anoche se exigía a los presentadores que los modelitos, joyas y rituales de belleza no fueran los únicos cuestionarios a los que tuvieran que hacer frente las actrices; algo que resulta hasta ridículo si nos imaginamos a los actores respondiendo a semejante repertorio de banalidades.
Existe una famosa prueba llamada «test de Bechdel» que postula tres sencillas reglas para evidenciar las diferencias de género en el cine, aunque también podría valer para cualquier manifestación artística. Las normas son las siguientes:
- Que en la película salgan al menos dos personajes femeninos, opcionalmente con nombre.
- Dichos personajes han de hablar la una a la otra en algún momento del filme.
- Dicha conversación tiene que tratar de algo más que no sea un hombre, no estando limitado necesariamente a relaciones románticas.
Resulta curioso observar cómo la inmensa mayoría de películas son incapaces de superar este test mientras que si lo aplicamos a la inversa, esto es con hombres en vez de mujeres, casi todas lo cumplen. Es evidente que no se puede tachar una película de machista de no superar dicho test. Una exigencia a rajatabla del mismo llevaría a calificar de machistas películas de eminente protagonismo femenino como ‘Gravity‘. Pero el hecho de que el cine en general no pueda aprobar esta sencilla prueba es síntoma de una enfermedad muy arraigada de la que apenas nos damos cuenta.
Patricia Arquette, premiada por su apasionante interpretación de Olivia Evans, la madre de Mason (que en IMDB aparece acreditada como «mom», no es broma), se merecía ese Oscar. Su espléndido trabajo acapara el alma de ese titánico filme que es ‘Boyhood‘, más aún que el del joven Ellar Coltrane, el joven sobre el que se supone que gira esta historia. La propia Arquette se ha quejado en más de una ocasión del tipo de cuestiones que han surgido en relación a su aspecto y envejecimiento desde el estreno de ‘Boyhood’. Preguntas del calibre de «¿Cómo te sientes al no tener apariencia de tía buena?» no hacen sino evidenciar una vez más qué es lo que muchos de los espectadores esperan de una mujer en la pantalla. Solo hace falta echar un vistazo al último escándalo del celebgate. Deplorable.
Claro está que no se trata de un hecho aislado. Tal vez todas estas desigualdades, estos papeles tan diferenciados entre actores y actrices tengan su origen en un menor número de mujeres guionistas, directoras y productoras. De nuevo, gran parte del mundo del séptimo arte, ahora detrás de las cámaras, ese que no vemos y que no desprende tanto glamour, vuelve a estar presidido en su mayor parte por hombres. No se trata de incluir intencionadamente a más mujeres en las historias. No se trata de recurrir como en política a las famosas e impostadas listas cremallera. La presencia de la mujer en las historias debe ser natural, espontánea. Y quién mejor para ello que una mano femenina al guión, en la dirección y producción. Celebramos los avances en igualdad de género pero aún queda mucho por luchar. Y lo único que podemos hacer algunos para aportar nuestro apoyo a la causa es denunciarlo.
¡Bravo, Patricia!
hola, hola, hola
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Bien. No estoy de acuerdo con todo lo que defiende el feminismo; por ejemplo, las guías de idioma no sexista. Para escribir Escuela de Artesanía, Colegio de Ingeniería, Escuela de Enfermería, no hace falta ninguna guía de idioma no sexista; esas guías no hacen más que crear una imagen penosa del feminismo. Tampoco estoy de acuerdo con la ley de violencia de género, aprobada en España; en mi opinión, hubiera sido mucho mejor haber aprobado una ley contra la violencia doméstica, mucho más moderna e integral. Pero, esto es mi opinión.
En cuanto a la industria de Hollywood, es cierto que ha tenido grandes películas, y grandes directores. Es cierto que hay actores, y actrices que ganan mucho dinero. No entro en el tema de los salarios, porque lo de las nóminas es algo muy personal. Y no tengo pruebas de que exista discriminación en el salario de actores y actrices.
Lo que sí que es verdad, es que la industria de cine de Hollywood, es muy machista. Al principio no lo era, pero, eso duró pocos años.
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Y sigo escribiendo. Hay que leer estos libros, por poner un ejemplo. La Biblia. El mito de la Diosa. La Historia de las mujeres en occidente. En España, tenemos los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós. Coja usted una hoja de papel, o un ordenador. Vaya escribiendo los papeles para actrices y para actores, según los diversos libros. Después de esa tarea tan laboriosa, hay que pasar a la segunda fase. La industria de Hollywood, desde que la crearon a partir de los años 20 del siglo XX, hasta el año 2014. Y vaya buscando los papeles para actores, para actrices.
Cuando haya hecho ese trabajo, también inmenso; compare las dos listas, la de los libros, y la de Hollywood; y saque sus conclusiones.
Con estas pruebas en la mano, se demuestra que los papeles para actrices podrían ser mucho más numerosos y variados. También habría papeles para actores. Y así, de paso, le cierra la boca, a más de un gilipollas, o de una gilipollas que en cuanto las actrices denuncian el machismo de esa industria de Hollywood, sueltan por su boca que esos son tonterías de feministas.
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Me acuerdo de una películas española, que relataba la Historia de Hipatia de Alejandría y la quema de la biblioteca. Los comentarios que soltaron por una radio, determinados personajes fueron vergonzosos; llegaron a decir que esa película era una carga de profundidad contra el cristianismo; no se puede ser más sectario. Que la película no era perfecta, es cierto; que no le iba a agradar a todo el mundo, eso es inevitable, pero tampoco se merecía esa serie de comentarios estúpidos, echando por tierra a la película.
Y es curioso, es la primera vez que se ha relatado la historia de Hipatia de Alejandría en una película del cine.
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En síntesis, hay pruebas documentales, que demuestran que la industria de Hollywood es machista hasta la médula. Y que los papeles para actrices, podrían ser mucho más numerosos, variados e interesantes. A los documentos anteriores me remito.
Un saludo.
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