Título original: Touch of Evil. País: EE.UU. Año: 1958. Duración: 108 min. Dirección: Orson Welles. Guión: Orson Welles (novela: Whit Masterson). Música: Henry Mancini. Fotografía: Russell Metty (B&W). Reparto: Charlton Heston, Janet Leigh, Orson Welles, Marlene Dietricht, Josep Calleia, Akim Tamiroff, Dennis Weaver. Productora: Universal Pictures. Género: Cine negro. Fecha de estreno (EE.UU.): 23/04/1958. Fecha de estreno (España): 12/06/1961.
Un hombre sujeta una bomba de fabricación casera. La cámara lo acompaña hasta la parte trasera de un coche bajo el cual engancha el explosivo y se va. Llega entonces una pareja: un tipo viejo y rico y una chica joven atractiva. Suben al coche y se ponen en movimiento. La cámara sobrevuela el cielo nocturno y acompaña al coche en su trayecto por las animadas calles de un pueblo fronterizo entre México y Estados Unidos. Entonces la atención de la cámara cambia, descendiendo sobre un joven matrimonio, los señores Vargas (Charlton Heston y Janet Leigh), los cuales caminan tranquilos, disfrutando de su paseo, al lado de un coche que poco después verán explotar y consumirse por las llamas delante de sus ojos.
Tres minutos dura uno de los planos secuencia más famosos de la historia del cine y que suponen el arranque de esta magnífica película que Orson Welles escribe, dirige y protagoniza. Su capitán Quinlan, ese policía orondo, intuitivo y sin escrúpulos, se va convirtiendo poco a poco en el centro de la cinta con sus tejemanejes, su carisma y debilidades y la encarnizada lucha de estilos que se lleva con el agente Vargas de la policía mexicana.
‘Sed de mal’ sería algo así como el padre de los thrillers de frontera mexicano-estadounidense que años después traería al cine grandes joyas como ‘Quiero la cabeza de Alfredo García’, ‘Traffic’ o la más reciente ‘No es país para viejos’. Y es que en ‘Sed de mal’ encontramos asesinatos, secuestros, corrupción, drogas… Elementos con los que juega Welles logrando una película tan entretenida como absorbente, en ocasiones hasta fascinante, en la que la atmósfera cobra una importancia capital. La magnífica fotografía en blanco y negro, el juego de claroscuros, las luces intermitentes, los planos picados y contrapicados y el uso de la música logra crear unos ambientes asfixiantes y pesadillescos en ciertas escenas, además de un tono de oscuridad y desasosiego que reina durante toda la película. ‘Sed de mal’ resulta un ejercicio de estilo pretendidamente excesivo, a veces histriónico, verborreico también, de un barroquismo extremo.
El guión, sin ser tampoco lo más original del mundo, presenta una historia muy bien llevada de polis buenos y polis malos, de corrupción y de la lucha por la justicia hilada por unos ingeniosos diálogos y unos personajes llevados al límite. El elemento ético cobra especial relevancia en ellos, mostrando la película todo un juego de personalidades contrapuestas.
En el estupendo reparto llaman poderosamente la atención los papeles de Charlton Heston y de Marlene Dietricht. El primero por interpretar a un mexicano (con bigote y tizne de piel incluidos), y la alemana por interpretar a una gitana. La estrella de la función es el propio Welles, quien se reserva el personaje más complejo del conjunto y del que se ahonda más psicológicamente. Un tipo amargado y torturado por la desgracia con su propio sentido de la justicia. Completan el elenco Janet Leigh (la cual sufre también lo suyo en un motel, como en cierta película de Hitchcock…) y Dennis Weaver dando vida a un conserje con pocas luces.
‘Sed de mal’ supone un avance dentro el cine negro, una evolución respecto al clasicismo de los 30 y los 40 representado en una novedosa puesta en escena y un estilo exagerado de encuadres imposibles y planos largos que dan idea de lo sobrado que andaba en técnica cinematográfica ese genio llamado Orson Welles. Una de esas películas que se catalogan como imprescindibles.
Anoche una anciana recogió un zapato en la calle y tenía un pie dentro. Queremos hacerte pagar por eso. –Capitán Quinlan