CRÍTICA: El corredor del laberinto (2014)

el corredor

2 y media

Título original: ‘The Maze Runner’. Año: 2014. Duración: 110 min. País: EE.UU. Director: Wes Ball. Guión: James Dashner, Noah Oppenheim (Novela: James Dashner). Fotografía: Enrique Chediak. Música: John Paesano. Reparto: Dylan O’Brien, Thomas Brodie-Sangster, Kaya Scodelario, Will Poulter, Ki Hong Lee, Blake Cooper, Aml Ameen, Jacob Latimore. Productora: 20th Century Fox / Gotham Group. Género: Ciencia ficción. Estreno (España): 19/09/2014 [FICHA EXTERNA].

Hace tiempo que el factor novedad se perdía en el fenómeno young adult, el género de adaptaciones literarias juveniles que desde hace unos años nos otorga cada ciertos meses historias utópicas, amores sobrenaturales y criaturas antes sólo habitantes de los más recónditos escondites de nuestra imaginación. Un mundo ya explorado del que hoy es difícil salir airoso y no caer en comparaciones con otros integrantes y ya consolidados fenómenos de este como ‘Crepúsculo’ o ‘Los Juegos del Hambre’. Y es que después de historias similares, emociones culminantes en el mismo punto, ¿qué espera hoy el fan de este tipo de cine? ¿Qué necesita este género que no haya hecho ya? Desafiante a toda lógica y fracaso (sólo hay que recordar ejemplos como ‘Hermosas Criaturas’, ‘Cazadores de Sombras’ o ‘La Huesped’) nos encontramos a escasos días de llegar a carteleras con ‘El corredor del laberinto’, un interesante ejemplo de reinvención del género alejado en principio de convencionalismos, orientado a contentar a fans del género y, lo que es aún más importante y arriesgado, a los detractores de este.

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Porque esta, ‘El corredor del laberinto’, no es una historia ya contada. Un ascensor. Un chico. La llegada a un Claro donde le esperan decenas de muchachos como él, atrapados en la ausencia de un pasado que no recuerdan y un futuro del que no contemplan esperanzas. Rodeados por un laberinto que parece no tener salida y unas feroces criaturas que aguardan su llegada. Pero él, Thomas, no es un chico cualquiera. Él es la pieza que, junto a la extraña llegada de Theresa, lo cambiará todo. Adaptación de la primera parte de la exitosa trilogía literaria escrita por James Dashner y dirigida por el debutante Wes Ball, ‘El Corredor del laberinto’ conduce su trama hacia el terreno postapocalíptico, cobrando fuerza y dotándose para ello de continuas referencias a series como ‘Perdidos’ o films como ‘El Señor de las Moscas’ en un intento por conducir el género hacia subgéneros más maduros y por explorar tramas aún no contempladas. Y en ello queda, en un teórico y no práctico intento.

Este rompecabezas se vuelve menos interesante a medida que comenzamos a enterarnos de lo que está pasando. En su planteamiento inicial y en la totalidad del libro, ‘El Corredor del Laberinto’ cuenta una fábula de supervivencia cautivadora y proporciona un misterio realmente interesante que se diluye con el transcurso del metraje. El guión, repleto de juegos dialécticos y ausente de evolución, rompe continuamente con el posible ritmo de la trama, generando una sucesión de momentos que nos interesan por separado pero nunca en conjunto, siempre en detrimento del film y en decadencia de ese posible interés que tesis y fuente literaria nos causaban de manera ascendente. Más allá de su poco entendible alejamiento con respecto a la historia del libro, lo que más repercute en esa falta de ritmo es la total linealidad que Ball da a la historia, desaprovechando recursos como el laberinto o los misterios que este encierra para proporcionar una tensión y emoción a la historia que en su adaptación cinematográfica quedan relegados a un segundo plano.

THE MAZE RUNNER

Tenemos a un grupo de adolescentes, que nos intrigan por los escasos datos que sabemos sobre su origen y el por qué de su estancia en El Claro, y más allá de ciertos momentos de acción, pasan una gran mayoría de escenas discutiendo sobre la misma temática. ¿Realmente queremos oír continuadamente que nadie ha sobrevivido una noche a los peligros que encierra el laberinto reiteradas veces? ¿No preferimos y no nos proporciona más emoción superar niveles, avanzar tramas, desentrañar escaladamente misterios, llegar al final, correr? Correr. El extraño deseo de Thomas, ser corredor del laberinto. El elemento al que tanto protagonismo se le da en su homónimo literario. Ese poco empeño por correr en el film que hará que fans acérrimos quieran salir corriendo de la sala, a la espera de respuestas que, entre discusiones, no llegan.

Enfocado más en lanzar rápidamente una franquicia que en desarrollar pausadamente los entresijos de la historia, algo totalmente lícito y válido, Ball culmina el intermitente misterio de la cinta en un final entre lo puramente esperado y lo memorable, en un desenlace abierto para la continuidad de la saga pero que proporciona una serie de respuestas que resuelven algunos puntos clave de la trilogía en su totalidad. Interesante sin llegar a ser desafiante, Ball culmina este nuevo enfoque con el descubrimiento de toda una cantera de nuevos actores en la que destaca Dylan O’Brien, inteligentemente elegido líder de la cinta, y un buen diseño de escenarios y efectos visuales que harán las delicias de los más interesados por este campo. A medias de lo que promete y lo que nos da, la cinta sobrevive como los habitantes de este laberinto, menos dinámica de lo que su título promete y con menos expectativas de las que un título de su clase suele generar. ¿Se puede huir sin correr? ¿Es lo que este nuevo fenómeno está haciendo?

Lydia Martínez

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