Título original: ‘The Young and Prodigious Spivet’. Año: 2013. Duración: 114 min. País: Suecia. Director: Felix Herngren. Guión: Felix Herngren, Hans Ingemansson (Novela: Jonas Jonasson). Fotografía: Göran Hallberg. Reparto: Robert Gustafsson, Iwar Wiklander, David Wiberg. Productora: Nice Drama / Buena Vista International (Sweden) / FLX Comedy AB. Género: Comedia / Aventuras.Estreno (España): 11/07/2014.
Hay pocas películas a las que su título haga honor. A esas en las que, en una frase, se las pueda resumir en toda su amplia pureza lo que representan. ‘El abuelo que saltó por la ventana y se largó’ es, en este caso de estudio, una de ellas. Y es que algo de todo esto cobra sentido cuando descubres que, como esta, hay pocas, muy pocas películas, y aún menos comedias. Basada en la conocida novela del sueco Jonas Jonasson, record de ventas en su país, era cuestión de tiempo el traslado del papel a la pantalla, con su fidelidad a la historia que cuenta como medio de traspaso.
Garantía para el lector y descubrimiento para el espectador, cuando las luces de la sala se apagan se encienden las de este escenario de la vida que cobra forma bajo la mirada de Allan Karlsson (Robert Gustaffson), un hombre atípico a su longeva edad en costumbres y forma de vida, que reniega de los estereotipos de su condición como persona mayor. Escapando de su propia cárcel, la residencia, por una ventana y dejando plantados al alcalde y diversas personalidades, Karlsson se encamina a la aventura sin saber a dónde ir y con el placer de vivir cada segundo como única regla. Elaborando una narración en paralelo en la que describe todo lo que ha pasado en su extensa vida, desde los inicios del siglo XX, nos sumergimos desde su mirada en experiencias de lo más singulares, como encuentros inverosímiles con Franco, Stalin o Churchill, amistades comprometidas como la esposa de Mao o acontecimientos únicos como ser agente de la CIA o ayudar a crear la bomba atómica.
Renunciando al placer de su jubilación y otorgando al espectador el del disfrute, la producción nos sumerge en un divertimento tonto, un encantador desastre y una alocada novedad que, haciendo honor a sus sinsentidos, resulta de lo más entretenida sin llegar a ser desternillante. Comedia de enredos del más puro género, la producción sueca se beneficia de un total encanto y de una alabada picaresca donde el humor negro cobra protagonismo así como la condescendencia hacia la población más longeva.
Con un guión sólido y bien hilado como aval y garantía de éxito, el film deja el enredo para lo puramente cómico y entrelaza con maestría la historia principal y la escapada de su protagonista hacia una nueva aventura fuera de la residencia con la narración en paralelo, meramente de soporte sin caer en la confusión pero sí en la mera diversión. Y es que el abuelo que cuenta batallitas en esta ocasión nos gusta, y nos gusta de verdad. Es Robert Gustaffson el que logra esta proeza narrativa y es él quien sumerge al espectador completamente en la historia, convirtiéndose en la auténtica experiencia singular y no ya los encuentros con personajes conocidos o hitos históricos.
Perdiendo su fuerza hacia la mitad del extenso metraje, cercano a las dos horas, ‘El abuelo que saltó por la ventana y se largó’ no lo convierte en un obstáculo insalvable, sino en un trampolín y soporte para en la última parte dotar a esta comedia de todo su esplendor, calidad final y evasión. Porque eso es esta película. Sinsentido. Disfrute. Evasión. El abuelo que saltó por la ventana, se largó y nos evadió de todos esos problemas que nos atormentan durante dos horas. ¿Qué importarán encuentros con personalidades o acontecimientos históricos? ¿Qué hay hoy más importante que eso, evasión?