CRÍTICA: Godzilla (2014)

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3 estrellas

País: EE.UU. Año: 2014. Duración: 123 min. Director: Gareth EdwardsGuión: Max Borenstein, Dave Callaham, Frank Darabont (Argumento: David S. Goyer). Música: Alexandre Desplat. Fotografía: Seamus McGarveyRepartoAaron Johnson, Ken Watanabe, Elizabeth Olsen, Juliette Binoche, David Strathairn, Bryan Cranston, Sally Hawkins, CJ Adams, Richard T. Jones, Al Sapienza, Patrick SabonguiProductora: Legendary Pictures / Warner Bros. Género: Ciencia ficción / Acción. Estreno (España): 15/05/2014 [FICHA EXTERNA]

Crecemos con la infantil idea de que los monstruos se encuentran debajo de nuestra cama, sin saber que somos nosotros mismos quienes los creamos. En nuestra mente, como reflejo de nuestros miedos o a través de nuestras acciones. Y por si acaso alguna vez olvidamos esta lección, la industria cinematográfica se encarga de recordárnoslo. En una nueva parada por el (no tan) maravilloso y recurrido mundo de los remakes, se presenta ante nosotros el primer blockbuster del año y el nuevo reflejo de cómo la crueldad humana puede originar su propia autodestrucción. La manida crítica a la contaminación nuclear y a los experimentos humanos como punto de partida de una conocida historia y origen de la nueva adaptación de uno de los mayores mitos de las monsters movies: Godzilla. ¿Sentimos su rugido esta vez?

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Sí. De forma breve, como la aparición del mencionado monstruo en pantalla. En un homenaje implícito a la película original japonesa y al universo que en torno a ella creó la productora Toho, Garret Edwards (‘Monsters’) nos sumerge en el lado más humano de la historia, y en la irrefrenable cuestión del ciclo de la vida, sin olvidar la pertinente dosis de acción que todo blockbuster requiere. Tras uno de los mejores openings creado en los últimos años, donde se recuperan las imágenes de archivo de las pruebas nucleares sucedidas en el pacífico Sur, nos trasladamos a 1999 y al suroeste de Japón, donde, siguiendo la máxima del director de sugerir más que mostrar, descubrimos el hallazgo de una criatura aparentemente desconocida. Los movimientos sísmicos que esta provoca en su resurgir afectarán a todo el perímetro de la zona y provocarán una catástrofe en la central nuclear donde el matrimonio Brody (Bryan Cranston y Juliette Binoche) trabajan. Quince años pasarán desde aquel acontecimiento, pero no para Joe Brody, que,  encerrado en sus teorías, trata aún hoy  de demostrar que lo que pasó aquel ya remoto día no fue un mero movimiento natural de la tierra, mientras su hijo, Ford Brody (Aaron Taylor-Johnson) , convertido en padre y militar, trata de disuadirle de su idea. El desarrollo de los acontecimientos y un suceso a priori inconcebible por la mente humana harán que padre e hijo se vean forzados a emprender una aventura que demostrará la teoría del progenitor y pondrá en peligro el equilibrio de nuestro planeta.

Y no sólo el equilibrio de nuestro planeta, sino el de la propia producción. Sabiendo qué y cómo debe hacer las cosas una película de estas características, Edwards deja la teoría al margen de la  práctica y fusiona elementos que terminan dándole a la producción un toque repetitivo y difuso. Pese a lo acertado de su enfoque en el contexto humano, los personajes secundarios terminan resultando planos y carentes de sentido, y las relaciones humanas establecidas entre los principales superficiales y deficientemente desarrolladas . La cara de incredulidad constante de Ken Watanabe a lo largo de la película, poniendo en jaque el reino de la inexpresividad de Ben Affleck, se funde con lo superfluas que, pese a la química entre ambos, resultan las escenas entre Elizabeth Olsen (Elle Brody ) y Aaron Taylor-Johnson (Ford Brody). Un Aaron Taylor-Johnson que, en esa inexplicable ausencia durante gran parte de la película del monstruo marino, se convierte en el verdadero protagonista dando una lección de cómo liderar un blockbuster siendo novato y salir airoso de ello. Lo debe llevar en los genes ficticios. Bryan Cranston hace lo que siempre ha hecho y tanto nos gusta que haga: actuar en el más amplio sentido de la palabra, completamente impecable e irreprochable.

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Con la partitura de Alexandre Desplat hilando y tejiendo lo que termina siendo una absorbente tela de araña, Edwards acompaña su enfoque de una realización cuidada, visualmente clásica y atractiva, creando algunos de los planos más bellos que un blockbuster nos haya proporcionado en los últimos años. El enfrentamiento de la bestia contra el hombre, captado de tan majestuosa forma,  no es sino el enfrentamiento de dos fuerzas magnéticas que se atraen, el David y Goliath remasterizados como símbolo del enfrentamiento entre el propio Edwards y los clasicismos de las películas del género.

Y es que pese a su implícito homenaje a la historia original y a las tramas propias del subgénero que es el cine de destrucción, Edwards enfoca todo ello hacia una nueva concepción más humana, más pura y más breve (la reinvención del concepto blockbuster con duración menor a dos horas es algo digno de agradecer). Los problemas de guión y la escasa profundidad que, sin embargo, adquiere la película debido al ineficiente uso del 3D se traducen en una batalla final simple, confusa y correcta, más propia de una pelea de wrestling que de un blockbuster de tales dimensiones. Moralidad frente a ingentes dosis de género, parece que con ‘Godzilla’ volvemos a entrar en una nueva faceta de blockbusters de autor donde, por mucho que se traten de reinventar las fórmulas, lo importante es entretener al público y que se entretenimiento se traduzca en cifras en taquilla. Y es que siempre es divertido ver gigantes escamosos del tamaño de un rascacielos arrasando la civilización en dosis de destrucciones masivas, pero:

a) Para eso ya tenemos la cuestionable adaptación que en su día hiciera Emmerich de este clásico, bajo la forma de una iguana gigante (si a eso se le puede llamar adaptación).

b) Se necesita inteligencia, conciencia y una dosis ingente de ingenio descarado para conseguir de un blockbuster algo más que un luces, cámara, presupuesto y acción acción acción. Y de esto, pese a sus errores, Edwards algo sabe.

Lydia Martínez (@whataboutlydia)

2 Respuestas a “CRÍTICA: Godzilla (2014)

  1. Segundo párrafo: «openings»…. me han escocido los ojos. De verdad, ya cansa la moda ésta de maltratar al castellano para introducir anglicismos pedantes que sean modernos y «fashions»… Creo que el idioma español es suficientemente rico como para contener terminología interesante para definir conceptos.
    Por ejemplo : «introducción-comienzo».

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