La pasada edición del Festival de Málaga era clausurada entre vaqueros y sonidos texanos. El nuevo proyecto de Emilio Aragón, ‘Una noche en el Viejo México, se estrenaba con la anticipación de quien espera ver a Robert Duvall en otra de sus grandes interpretaciones, y la inquietud de no saber qué encontrar en ese torbellino de géneros que la producción supone. Road movie con soudwestern, drama con toques de comedia, para aclarar todas nuestras dudas y hacernos disfrutar con sus experiencias durante el rodaje, pudimos hablar con su ya mencionado director, Emilio Aragón, y sumergirnos en el viaje físico y emocional que ‘Una noche en el Viejo México’ supuso para él, y para todo aquel espectador y forastero que quiera disfrutarla.
‘Una noche en el viejo México’, un western-road movie muy distinto de tu anterior producción y que sin embargo en los detalles recuerda mucho a ‘Pájaros de Papel’. La temática de los reencuentros, tanto físicos como psicológicos, familiares, se está convirtiendo poco a poco en tu seña de identidad o ha sido cuestión del azar?
Ha sido pura casualidad, pero de alguna manera, y tratada de otro ángulo, esa temática de las relaciones, los giros, las diferencias generacionales y maneras de ver la vida, estaba premeditada. Duvall me comentaba mucho sobre el perfil, sobre la identidad de esos vaqueros en los ’50, ’60, ese tipo de hombre que bebía la vida a sorbos. La película en sí ha estado llena de momentos improvisados, y que a la vez encajaban tanto como si fueran premeditados, como la escena en el coche de Duvall cantando, inspirada en la auténtica vida de esos hombres. Creo que en ‘Una noche en el viejo México’ hay dos cosas importantes: la relación familiar, ya sea tratada casual o premeditadamente, y sobre todo el tratamiento de la tercera edad en la sociedad americana y en ese grado de cinismo que lo envuelve. Tras esa demagogia hay una realidad escondida bastante dura, reflejada en ese hombre que se resiste a que la sociedad lo arrincone y que se ha convertido en uno de los alegatos de la película. Esa tercera edad reflejada en Duvall, en su personaje, es una fuerza de la naturaleza que se opone a lo convencional.
Dudé si llamar a la película ‘Una noche en el viejo México’ o ‘Red Bowie’. Porque la película es él. Esa fuerza de la naturaleza que es Duvall, que arrastra al resto de los personajes de la historia y que vertebra todo, el motor de todas esas tramas secundarias.
Y relacionas esa fuerza de Duvall y la crítica que mencionas a la sociedad americana con las tradiciones latinoamericanas con el Día de los Muertos de trasfondo..
Sí, eso en un principio no estaba previsto, el primer guión acontecía exclusivamente en el Cinco de Mayo, el día de la Independencia, que nos hacía tener a la historia como trasfondo. El llevarlo al Día de los Muertos le da otra connotación, hace que esta historia tome otro giro más. Recuerdo que la idea inicial era rodarla en Nuevo México, pero por cuestiones de presupuesto decidimos que sería interesante hacerlo entre Austin y Brownsville. En el primer viaje para localizar me encantó. Los pueblos fronterizos tienen una indefinición que cautiva, y al llegar uno de los primeros sitios al que fui fue al cementerio. Las primeras tumbas eran de españoles, de hace más de dos siglos. Como la frontera se movió y Brownsville fue una de esas zonas de guerras entre americanos y mexicanos, el cementerio reflejaba esa indefinición, ese perpetuo sentimiento que caracteriza incluso al propio personaje de Duvall. Tuvimos mucha suerte con la localización, con cómo toda la gente se volcó y convertimos las calles en nuestro decorado. Así que, aún estando a 100 metros de la frontera, de ese México que reflejamos y que lo peligroso de la zona no nos permitía, donde vimos la realidad, como las balas rebotaban contra las paredes, creo que pudimos conseguir reflejar ese sentimiento que México trasmite.
¿A qué más dificultades habéis tenido que enfrentaros durante el rodaje? Porque pese a rodar dentro de territorio estadounidense, la zona desértica de Austin y Brownsville no parece muy idílica.
El calor. El calor era horrible. Me sorprendió cómo todo el equipo pudo soportar ese sofocante desierto, cómo un hombre como Duvall, con 80 años cuando rodamos la película, poseía tal energía y vitalidad. Imagina lo que es estar en una cantina sin aire acondicionado y con 40º fuera. Insoportable. De hecho, sufrimos algunos desmayos porque eran temperaturas altísimas. Y sin embargo, veías a Duvall en su silla, empapado de sudor pero tranquilo, y le decías ‘Bobby, vamos a rodar’ y él no tenía ningún problema. Eso contagia positivamente al resto del equipo. Él siempre estuvo enamorado de ese personaje, del que lleva 25 años reescribiéndose en los procesos de escritura. Su mujer me llamaba antes de rodar y me decía que llevaba 3 meses paseando al perro e interiorizando el personaje, el guión. No sólo se sabía el guión, al derecho y al revés. Se acordaba de otras frases de otras versiones del guión. Era impresionante. Tomaba muy en cuenta sus consejos, cuando prefería rodar una escena una semana más tarde para que la cámara notara la química entre los personajes, y al final al set de rodaje no entraba Robert Duvall, entraba Red Bowie. Para mi ha sido un verdadero aprendizaje, dentro de que en esta profesión nunca dejas de aprender.
¿Y la experiencia de rodar en inglés? ¿Pese a manejar el idioma, no ha supuesto un reto?
Ha sido un salto mortal. Una cosa es saber inglés y otra es emprenderte en una aventura, llegar a un set y empezar a dirigir y hablar en inglés. Era algo que me preocupaba, pero que traté de atajar hablando mucho, mucho con el equipo, con los actores. Una vez que tuvimos muy claro el perfil de los personajes, eso me permitió ir mucho más tranquilo al set de rodaje. Pero siempre tienes que cambiar algún plano, realizar alguna complicación, y no es lo mismo expresarlo en inglés que en tu idioma. Hubo un par de días complicados, 9 días de rodaje de noche seguidos, muy duro para un equipo, por supuesto también para Duvall, pero nunca se echó atrás. Recuerdo una noche rodando en el cementerio, apunto de amanecer cuando el equipo andaba algo decaído, y se oía su voz detrás diciendo ‘Come on, guys, come on’, trabajar de esa manera era un lujo e imposible de que saliera mal.
¿Crees que has conseguido reflejar todo eso en el montaje final? ¿Muchas de esas escenas finalmente se han quedado en el proceso de edición?
Muchas. Muchas. En el primer corte, la película duraba 2 horas y 15 minutos aproximadamente, y ahora está en 1h 38 minutos aproximadamente. Es importante la mano de Pepe Salcedo, con quien monté también ‘Pajaros de Papel’, y que durante el proceso de rodaje iba recibiendo todas las imágenes y me iba tranquilizando. Dentro de un proceso de edición, pueden salir de un mismo metraje muchas películas, y Pepe ha sabido dominar esa fina línea que tiene la película entre la comedia y el drama. Yo apostaba con Pepe ‘aquí se va a reír la gente, aquí no, aquí sonrisa’, y sin embargo me he sorprendido al encontrarme una carcajada. Hay momentos fantásticos, y eso sólo se puede hacer con un gran equipo. El resultado tiene que reflejarlo, la ironía dentro de las frases, la tristeza dentro de la historia.
Y después de todo ese rodaje y proceso de edición, llega la promoción. En la pasada edición de los Goya al final la película sólo consiguió nominación en los apartados de música. Con todo lo que has destacado la interpretación magistral de Duvall y tus cariñosas palabras, ¿no echaste de menos una nominación para él, o para la fotografía de la película?
Nosotros tuvimos la oportunidad de enviar a los académicos los CD de la banda sonora y la música, con todas estas historias de tener que entrar en el año natural y demás es bastante complicado. La película enseñarla sólo pudimos hacerlo dos veces, y por razones que entiendo la distribuidora deseó, no se pudo envíar a todo el mundo ni colgar en la web de la Academia, y eso fue un handycap. Honestamente, y no me quiero adelantar, pero de cara a los Oscar del año que viene Duvall tiene muchas papeletas. Es un personaje con muchos ingredientes, su edad, una historia tan americana, tan texana. Da pie a tantos registros, que el personaje se convierte en un bombón que perfectamente podría cuadrar, como hizo Bruce Dern con ‘Nebraska’. Algo que he leído es que a todo el mundo le sorprende la vitalidad y energía de Duvall en esta película. Una cosa es hacer un secundario, y otra implicarse tanto, estar 98 minutos tirando de la película y sin desaparecer, y eso es algo que por lo que pude leer en USA la gente está encantada. No sorprendida, porque te puedes esperar todo de este hombre, de esas historias que cuenta y sus recuerdos, pero sí encantadas. Es historia del cine. Me sigo sorprendiendo cuando recuerdo cuando me contó que Spielberg le había ofrecido el papel del sheriff en ‘Tiburón’, pero él quería hacer otro. Anécdotas de sobremesa que te hacen admirar a este gran hombre.
Y después de esta experiencia, ¿qué viene ahora? ¿Tienes algún proyecto en cine o televisión?
Hay un par de guiones. Si todo sale bien, uno de ellos podríamos hacerlo en primavera del año que viene. Me gustaría hacer un guión mío, creo que es el momento, que toca, pero nunca se sabe. Tengo ofertas también para guiones que no son míos, uno en Chile y otro en Estados Unidos, pero no sé. Si es un guión bueno me da exactamente igual donde sea. Repetir en Estados Unidos no me importaría, pese a que mi experiencia es distinta a la que será hacer ‘Batman’, con su jerarquía, su estructura. Para contar historias da igual el idioma o el lugar, lo importante es que sean buenas, y las mías creo que lo son. Nunca se sabe, pero creo que es mi momento.