RETROSPECTIVA: El diablo sobre ruedas (1971)

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4 estrellas

Título original: Duel. País: EE.UU. Año: 1971. Duración: 91 min. Dirección: Steven Spielberg. Guión: Richard Matheson. Música: Billy Goldenberg. Fotografía: Jack Marta. Reparto: Dennis Weaver, Tim Herbert, Lou Frizzell, Jacqueline Scott, Eddie Firestone, Lucille Benson, Gene Dynarski. Productora: Universal Pictures. Género: Intriga / Thriller. Fecha de estreno (EE.UU): 13/11/1971 (TV). Fecha de estreno (España): 05/11/1973.

‘Tiburón’, ‘ET’, Indiana Jones, ‘La lista de Schindler, ‘Parque Jurásico’, ‘Salvar al soldado Ryan… casi todos tenemos algún film de Spielberg en nuestra lista de películas favoritas. El Rey Midas de Hollywood conoce como nadie las apetencias del gran público, cosa que ha explotado a base de bien en sus célebres y comerciales películas a lo largo de cuarenta y pico años de carrera cinematográfica. En todo ese tiempo hemos visto desde clásicas aventuras a sorprendentes historias de ciencia-ficción, pasando por emocionantes dramas o crudas batallas bélicas. Si hay una cualidad común en todas sus películas, algo que las hace especiales independientemente del género al que pertenezcan, esa es su tensión narrativa, su intensidad emocional, heroica y en ocasiones terrorífica. Elementos que ya se dejan ver en su notable ópera prima: ‘El diablo sobre ruedas’, pequeña película rodada en principio para la televisión pero cuyo éxito y calidad la hicieron meritoria de ser estrenada posteriormente en salas de cines de todo el mundo.

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David Mann sale de casa. Parece un día como cualquier otro en la ciudad: las típicas prisas, el bullicio, gente que entra, gente que sale. David coge carretera y manta, el trabajo marca la hoja de ruta. Abandona la urbe y se adentra en el vasto submundo de las carreteras interestatales donde el desierto, el polvo y las desvencijadas gasolineras son lo único que hay en kilómetros y kilómetros. Será entonces cuando se presente su peor pesadilla: un monstruoso camión oxidado con la leyenda ‘FLAMMABLE’ en su cisterna y una curiosa colección de matrículas de varios estados en la parte delantera. En ese momento da comienzo una irracional persecución y la desesperada huida de David por escapar de las garras de la muerte.

Un coche, un camión y una carretera. Es admirable como con tan pocos elementos el señor Spielberg es capaz de crear una película con tanto nervio y suspense, entretenida y adrenalínica a más no poder. ‘El diablo sobre ruedas’ supone una clase magistral de cómo crear tensión, angustia y terror a plena luz del día y humanizando a una amenazante bestia de acero que se desliza por la interminable carretera como si formara parte de ella. La película ofrece una gran variedad de planos tales como travellings, vistas subjetivas, zooms, planos-secuencia, amén de rápidas sucesiones de planos cortos magistralmente montados que, en algunos momentos, nos recuerdan al mejor Hitchcock. Queda para el recuerdo la escena de las botas en el bar, la de la parada en el Snakerama o la trepidante persecución final, una de las mejores escenas de coches jamás rodada.

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Los hechos se suceden prácticamente en tiempo real (siestecilla aparte), acompañando a David durante la hora y media más angustiosa de su vida. Un desasosegante duelo sobre ruedas por polvorientos caminos dejados de la mano de Dios en los que sufrimos, y no poco, de la mano de un buen Dennis Weaver. La historia, del novelista Richard Matheson, es sencilla pero efectiva y directa, apela a las emociones, a la aventura, al riesgo y al miedo. Es una llamada al instinto, al actuar cuando es necesario en pos de la supervivencia. Los diálogos son escasos, innecesarios, de hecho me sobran casi todos los pensamientos en off del protagonista, al igual que algunas escenas que al parecer se rodaron a posteriori con el fin de alargar la cinta para su estreno en cines. Aquí lo primordial es la acción, es el lugar y es la determinación por hacer lo que hay que hacer. ‘El diablo sobre ruedas’ empuja a una persona normal a hacer cosas extraordinarias, sacándolo momentáneamente de su cotidiana realidad para llevarlo a un infierno donde está obligado a participar en un juego cuyo fin puede ser el suyo propio.

Acción, suspense, estética setentera, tintes de serie B y un fenomenal ejercicio de estilo, eso es lo que nos trae la primera obra de Spielberg, una divertida road-movie hecha con cuatro duros pero con toneladas de talento. Una auténtica película de culto.

“Luego mi mujer me dirá, ¿qué, has tenido un buen viaje?” – David Mann.

 Alfonso Gutiérrez Caro (@Al_Runciter)

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