País: España. Año: 1955. Duración: 90 min. Dirección: Juan Antonio Bardem. Guión: Juan Antonio Bardem. Música: Isidro B. Maiztegui. Fotografía: Alfredo Fraile (B&W). Reparto: Lucía Bosé, Alberto Closas, Bruna Corrà, Carlos Casaravilla, Otello Toso, Alicia Romay. Productora: Coproducción hispano-italiana. Guión Films / Trionfalcine. Género: Drama / Cine negro. Fecha de estreno: 19/09/1955.
En cualquier ranking que se precie sobre las mejores películas españolas de la historia deberían aparecer un par de Berlanga, alguna de Almodóvar y de Amenábar, ‘Los santos inocentes’ de Mario Camus y ‘Muerte de un ciclista’. La película de Juan Antonio Bardem, ganadora del premio de la crítica del festival de Cannes, forma parte por méritos propios de ese selecto club de cine de calidad patrio.
La historia arranca en una solitaria y húmeda carretera de los alrededores de Madrid, un páramo reseco salpicado por un par de árboles en el que la tierra y el camino se extienden hasta el horizonte. Un ciclista que pasea tranquilo por el lugar es atropellado por un coche conducido por María José, la esposa de un adinerado e influyente hombre de negocios de la capital, y su amante Juan, profesor adjunto de la Universidad. El shock, los nervios y sobre todo el miedo les hacen abandonar el lugar del accidente sin dar socorro ni parte a las autoridades, dejando morir al ciclista. En las horas posteriores el dolor, el sentimiento de culpa y el temor a perder todo cuanto tienen comienza a atenazar a la furtiva pareja, máxime cuando entre en acción Rafa, un crítico de arte que se mueve por las altas esferas de la sociedad que afirma saberlo todo y que no tardará en chantajearles a cambio de mantener la boca cerrada.
‘Muerte de un ciclista’ nos muestra dos reacciones distintas ante una misma tragedia. Por un lado tenemos a Juan, interpretado por Alberto Closas, el profesor atormentado que siente como todo cuanto tiene en la vida le ha sido dado, regalado, con suma facilidad solo por estar bien posicionado socialmente. Un tipo que no se siente para nada hecho a sí mismo, que no se enorgullece de su condición y la vida acomodada pero infeliz que lleva. Dejar morir al ciclista le llena de culpa, enturbia su conciencia, haciéndole entrar en una espiral de vergüenza. Por otra parte tenemos a María José, personaje al que da vida la italiana Lucía Bosé, una mujer cuyo egoísmo inunda todo y a todos los que tiene alrededor, instalada en la cúspide de la burguesía de la época gracias a un matrimonio sin amor pero que le da una elevada posición y una vida de lujos. Ella no tiene remordimiento por su acción, apenas siente pena por la vida que segaron, lo que de verdad siente es auténtico pavor a perder su posición, sus influencias y su dinero. Pronto comienza un juego a cuatro bandas entre los dos amantes, Rafa y el propio marido de María José, una malsana dinámica que confluirá en un final redondo.
La película, claramente influenciada por el cine noir de la época y la elegancia del Hollywood dorado, cuenta con una brillante dirección de Juan Antonio Bardem, un guión con buenos e irónicos diálogos y juegos de palabras a cargo del propio Bardem y una preciosa fotografía en blanco y negro que logra transmitir el sufrimiento y la oscuridad a la que se ven abocados sus protagonistas. El reparto raya a un gran nivel general, destacando las interpretaciones de Alberto Closas y Carlos Casaravilla, éste último dando vida al despreciable y sarcástico Rafa. Mención aparte para Lucía Bosé, la dama fría y carente de escrúpulos que es el verdadero motor de la película.
La película trata una variada terna de temas que van de la culpa al egoísmo, pasando por el miedo, la cobardía y la falsedad. Bardem critica las altas esferas de la sociedad de la época de forma sutil y recurriendo a algunas metáforas (única forma de que la censura franquista permitiera estrenar la película), pintando una aristocracia en la que reinan la hipocresía y las apariencias, y en el que los jóvenes universitarios simbolizan el germen del cambio en una sociedad anquilosada.
‘Muerte de un ciclista’ es una apuesta ganadora a la hora de ver cine español clásico. Una película que ha envejecido muy bien, con una trama interesante y una realización técnica impecable que nada tienen que envidiar a los grandes clásicos del género negro.
‘La guerra es algo muy cómodo, se le puede echar la culpa de todo: de los muertos, de las ruinas, de los tipos como yo que se quedan vacíos por dentro y no vuelven ya a creer en nada. Ni siquiera en la novia buena que no espera y se casa con un hombre rico’– Juan.
Alfonso Gutiérrez Caro (@Al_Runciter)