CRÍTICA: No es país para viejos (2007)

no es pais para viejos

5 estrellas

Título original: ‘No country for old men’. Año: 2007. Duración: 122 min. País: EE.UU. Director: Joel Coen, Ethan Coen. Guión: Joel Coen, Ethan Coen. Fotografía: Roger Deakins. Música: Carter Burwell. Reparto: Josh Brolin, Tommy Lee Jones, Javier Bardem, Kelly Macdonald, Woody Harrelson, Stephen Root, Garret Dillahunt, Tess Harper, Barry Corbin, Rodger Boyce, Beth Grant. Productora: Miramax Films / Paramount Vantage / Scott Rudin Productions. Género: Thriller. Fecha de estreno (EE.UU): 21/11/2007. Fecha de estreno (España): 08/02/2008.

Llewelyn Moss, un cazador de antílopes, descubre cerca de la frontera de Texas a unos hombres acribillados a balazos, un cargamento de heroína y dos millones de dólares en efectivo.

Fue finalmente en 2008 cuando los hermanos Coen conquistaron a la Academia y se alzaron los premios a la mejor película, director y guión adaptado (amén de ese Oscar a nuestro compatriota Bardem). ‘No es país para viejos’ supuso también la reconciliación con unos de los cineastas más infalibles, después de un par de películas menores, y el descubrimiento por parte de muchos de su inclasificable obra.

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‘No es país para viejos’ adapta de manera fiel la novela homónima del aclamado escritor Cormac McCarthy, ganador del premio Pulitzer. McCarthy probaría suerte posteriormente en el cine al escribir el guión de la decepcionante ‘El consejero‘.

Cruel y sin escrúpulos. ‘No es país para viejos’ es una brutal película que desde su introducción, con esa fabulosa voz en off de Tommy Lee Jones, deja claro el despiadado mundo en que vivimos, donde lo único que se puede interponer entre el cazador y su presa es el azar. Su personaje, el sheriff Bell, se muestra cansado y añora los viejos tiempos en que la violencia no estaba tan presente hasta el punto en que no era necesario llevar un arma. Este sheriff, representante de la ley y el orden, será el encargado de perseguir y dar caza a Anton Chigurh, cazador y presa a su vez de esta compleja historia que pivota en torno a tres personajes principales.

Ya desde la escena de la caza, carta de presentación de uno de sus protagonistas, Llewelyn Moss, podemos ver una evidente declaración de intenciones. Y es la incansable persecución de la presa tras el rastro que esta va dejando. Un rastro que resultará ser decisivo para el destino que le aguarda. Acto seguido, Llewelyn también perseguirá el rastro que le lleva al dinero, detonante de toda esta violencia. Son múltiples los rastros que se pueden apreciar a lo largo del filme, como el localizador, la sangre, los arañazos… Incluso cuando la presa actúa con ingenio y astucia no puede evitar librarse de dejar señales a la vista, como en el caso del conducto de ventilación.

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Pero toda esta persecución no tendría sentido de no ser por la envergadura del cazador, un incomnensurable Javier Bardem que deja para el recuerdo uno de los mayores y más temibles villanos que haya conocido el cine. Su mirada y su juicio, sin atender a criterios morales o lúdicos, es el perfecto reflejo de uno de los más aterradores retratos de los tiempos crueles en que vivimos.

Aunque es evidente el atractivo que el caracter de Bardem tiene en la película, el eje principal de ‘No es país para viejos’ reside en el personaje de Llewelyn Moss, interpretado de manera loable por un acertado Josh Brolin. Un papel que en un primer momento fue pensado para el ya fallecido Heath Ledger. Sus actos, motivados en ocasiones por la codicia y en otras por el remordimiento, desencadenan cada uno de los giros de la película. Es también quien proporciona al espectador la conexión emocional más cercana e identificable.

Por su parte, Tommy Lee Jones aporta con una sola mirada toda esa sobriedad y serenidad, así como el sentimiento de resignación que solo la experiencia más dura puede dar. Su personaje es quien aporta la interpretación de los acontecimientos e incita al espectador a la reflexión.

Film Title: No Country for Old Men

‘No es país para viejos’ se desmarca del habitual humor negro de los Coen, sin que tampoco desaparezca del todo, con un intenso thriller más emparentado con sus primeras obras como ‘Sangre fácil’ o ‘Muerte entre las flores‘ que con las posteriores ‘El gran Lebowski‘ o ‘Crueldad intolerable’. La violencia impera en este filme, hasta tal punto que ha de considerarse como un personaje más, juez y verdugo implacable de los protagonistas, únicamente detenido por el azar representado en una moneda o un accidente de coche.

La película es también todo un deleite visual. La maravillosa escenografía planificada por los Coen, esta vez con ambos en la silla de dirección, resulta impresionante. Brillan las secuencias en las que apenas se suceden líneas de diálogo y la tensión es mantenida durante largos minutos. ‘No es país para viejos’ se detiene en cada gesto, cotidiano o no, fotografiado de forma espectacular por Roger Deakins, habitual de los Coen. Ello imprime a la cinta un ritmo pausado pero constante, lo que le otorga un carácter perturbador e inquietante. Cada plano está medido y pulido hasta el más mínimo detalle, por lo que la mera contemplación de la película ya es una delicia.

A pesar de su ritmo pausado, ‘No es país para viejos’ cuenta también con un buen número de escenas de persecuciones y tiroteos al más puro estilo western. Secuencias como la huida a través del desierto seguida del río o la acontecida en el motel se encuentran entre lo más vibrante e impresionante de la película.

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Y si hemos de considerar la violencia como un protagonista más de esta historia, no lo es menos el impresionante paisaje desértico en la frontera entre México y los Estados Unidos. Una excelente elección para transmitir el carácter desolador y despiadado de la historia, tal y como también lo ha sabido demostrar la reciente serie de televisión ‘Breaking Bad’, producción que sin duda bebe del cine de los hermanos Coen. Otro de los elementos empleados en el filme con acierto es el uso del sonido y de la música, prácticamente ausente por momentos, lo que potencia la sensación de desesperación y de tensión latente en la película.

El filme, como viene siendo habitual en el cine de los Coen, finaliza de forma un tanto abrupta. No obstante, esta conclusión casa a la perfección con el espíritu del mismo y del mensaje que pretende transmitir.

‘No es país para viejos’ es puro Coen, a pesar de estar basada en un texto ajeno. Una película magnífica que es difícil de disfrutar por su carácter frío en un primer visionado y que, como el buen vino, gana en calidad con el paso de los años. No solo es una de las obras más conseguidas de esta pareja de geniales cineastas sino también una de las mejores películas americanas de la década.

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