Título original: Psycho. País: EEUU. Año: 1960. Duración: 109 min. Director: Alfred Hitchcock. Guión: Joseph Stefano (novela: Robert Bloch). Música: Bernard Herrmann. Fotografía: John L. Russell (B&W). Reparto: Anthony Perkins, Janet Leigh, John Gavin, Vera Miles, John McIntire, Martin Balsam, Simon Oakland. Productora: Paramount Pictures. Productor: Alfred Hitchcock. Género: Terror / Suspense. Fecha de estreno (EE.UU): 16/06/1960. Fecha de estreno (España): 02/04/1961.
Marion Crane (Janet Leigh) entra en el baño, cierra la puerta tras de sí, deja el batín sobre el inodoro y se interna en la ducha. El agua cae con fuerza, purificando, relajándola. Mientras se enjabona vemos cómo la puerta se abre y entra una sombra. La sombra se acerca, corre la cortina cuchillo en mano y un grito desgarra nuestros corazones. Una, dos, tres, cuatro… hasta diecisiete puñaladas con unas escalofriantes notas de fondo que tiñen el lecho de la bañera de rojo. El cuerpo de Marion cae llevándose la cortina como mortaja mientras el agua ensangrentada fluye muriendo en el sumidero. No hay nada que hacer, ya no volverá a parpadear. Atónito, asistes a una de las escenas capitales de la historia del terror. Apenas tres minutos escalofriantes de oro cinematográfico que han trascendido los límites del celuloide convirtiéndose en icono.
Corre el año 1960 y Alfred Hitchcock es ya un hombre de éxito. Viene de triunfar con grandes superproducciones como ‘Crimen perfecto’ o ‘Con la muerte en los talones’, además de tener su propia serie de televisión: ‘Alfred Hitchcock presenta’. Es entonces cuando se topa con cierta novela de Robert Bloch que aún se encontraba en la imprenta, tiene una idea y se arriesga con ella. Decide hacer una película de bajo presupuesto, en blanco y negro (cuando ya prácticamente todo se hace a color) y rodada en apenas mes y medio. El propio Hitchcock tenía sus dudas sobre el proyecto al tratarse de un «filme extraño en todos los sentidos y sin grandes estrellas», según sus propias palabras. ¿El resultado? Por todos es sabido, el maestro del suspense realiza una de sus grandes obras maestras y, quizás, la película por la que es más recordado.
La historia da comienzo en una soleada mañana. La cámara sobrevuela una calle y se interna por la ventana de una habitación de hotel. Una pareja de amantes furtivos charla en la cama, haciendo imposibles planes de futuro. Se aman, quieren casarse y vivir una vida feliz, pero ella no es más que una secretaria y él un tipo ahogado por las deudas. Esta delicada situación económica hace a la secretaria sucumbir a un impulso a la postre fatal. Roba 40.000 dólares de su jefe y huye en coche rumbo a California. La noche y el cansancio al volante hacen que la chica pare en un oscuro y apartado motel de carretera. El Motel Bates. Allí encontrará dos cosas: a Norman Bates (un convincente Anthony Perkins), el tímido y extraño regente del lugar que vive asfixiado por la omnipresente sombra de su anciana madre, y una habitación con ducha.
‘Psicosis’ supone una lección de cine a varios niveles. Soberbia fotografía en blanco y negro, riqueza de planos (a destacar picados y contrapicados, subjetivos), unas localizaciones que dan verdadero mal rollo (en especial la decoración de animales disecados y la casa de la madre al lado del motel), una banda sonora archiconocida y sobreexplotada años después en la que destacan los violines y un argumento que oscila entre el melodrama y el terror psicológico sin perder ciertos toques de humor tan característicos del cine de Hitchcock.
En cuanto a los personajes, únicamente tenemos cinco con cierta enjundia en la película: Marion y su amante, la hermana de Marion, el detective Arbogast y Norman Bates. Salvo el último, el resto de personajes simplemente están esbozados, no se profundiza demasiado en ellos puesto que el verdadero protagonista de la función (en contra de lo que pudiera parecer en un principio) no es Marion sino Norman. ‘Psicosis’ es Norman Bates, sus miedos, su inseguridad, su personalidad inquietante… y sí, su madre.
Hitchcock nos retrata a un hombre raro pero amable, un tío que debe provocar escalofríos si lo tienes cerca pero que si llegas a tratarlo, puede hasta que sientas empatía por él. Norman no es ni bueno ni malo, solo está enfermo. De hecho, la película se las arregla de tal manera que te presenta al asesino como una víctima, ya que su vida, con la pesada losa de su madre encima, es un sufrimiento continuo. Quizás la parte más aterradora sea el epílogo, momento en que somos conscientes de todo y pasamos al interior de la mente de Bates. Ese es el auténtico horror que provoca ‘Psicosis’, la alteración de la realidad, la percepción de algo que en realidad no existe pero que nos maltrata y ahoga convirtiéndonos en otra persona.
‘El mejor amigo de un chico es su madre’ Norman Bates.
Alfonso Gutiérrez Caro (@alfonsogc82)