Título original: Sunset Boulevard. País: EE.UU. Año: 1950. Duración: 110 min. Director: Billy Wilder. Guión: Charles Brackett, Billy Wilder, D.M. Marshman Jr.. Música: Franz Waxman. Fotografía: John F. Seitz (B&W). Reparto: William Holden, Gloria Swanson, Erich von Stroheim, Nancy Olson, Fred Clark, Jack Webb, Lloyd Gough, Cecil B. DeMille, Hedda Hopper, Buster Keaton, Anna Q. Nilsson, H.B. Warner, Franklyn Farnum. Productora: Paramount Pictures. Productor: Charles Brackett. Género: Drama / Cine negro. Fecha de estreno (EE.UU): 10/08/1950. Fecha de estreno (España): 29/02/1952
Un tío muerto flota en una otrora lujosa piscina. Una absorbente voz en off comienza a relatarnos las fortunas y desdichas de dicho caballero en aquella señorial mansión de aquella célebre calle. No tardaremos en conocer que el caballero se llama Joe Gillis (interpretado por el gran William Holden), que trabaja como guionista de cine y que es el protagonista de la funesta función. Y así, de forma tan valiente, conociendo el final de antemano, da comienzo una de las mejores películas de la historia del cine.
Es 1950, así que no hay apenas efectos especiales y por supuesto no existe eso del 3D. Pero existe un tipo llamado Billy Wilder, por lo tanto no hay nada que temer. Aquí lo importante es un cuidado guión, una brillante dirección y unos grandes intérpretes. Y en este caso todos esos aspectos son sobresalientes. No me malinterpretéis, la fotografía es una maravilla y la banda sonora te traslada en el tiempo, pero si tuviera que destacar una sola cosa de ‘El crepúsculo de los dioses’ por encima de todas sería su guión. En la actualidad es harto complicado encontrar historias tan bien escritas.
Pero, ¿de qué va esto? ¿Dioses? ¿Atardeceres? Para nada. El título original de la cinta hace alusión a la glamurosa calle de la ciudad de Los Ángeles asociada a las grandes y legendarias estrellas de Hollywood. Es en esa calle donde vive la misteriosa Norma Desmond (excelente Gloria Swanson) con su mayordomo y su mono, habitando una de esas grandiosas mansiones de una época dorada anterior cuyo lustre ha dado paso al polvo y las enredaderas. Esta señora fue actriz, una muy grande en su momento, pero éste pasó de largo, quedó relegado en el olvido cuando el cine sufrió una de sus mayores revoluciones: el sonido. La irrupción de este elemento deja a un lado de la noche a la mañana a unas estrellas para colocar unas nuevas en el firmamento hollywoodiense. Las que quedan atrás no tienen otra que buscar refugio en sus primorosas posesiones y quedar al recaudo de los gloriosos recuerdos de lo que un día fue, aguardando otra oportunidad que nunca llega… O quizás sí.
La oportunidad de Norma Desmond se llama Joe Gillis (ajá, el tío de la piscina), colocado en aquel lugar y en aquel momento por las fuerzas del azar. Pronto comprenderán que se necesitan, o más bien que se pueden utilizar, dando comienza una malsana relación que todos sabemos a dónde les va a conducir.
El tema principal de ‘El crepúsculo de los dioses’ es la decadencia, el paso de toda persona o cosa a un estado peor. Billy Wilder nos trae una feroz crítica al Hollywood dorado, el de las dispendiosas fiestas y el glamour. ‘El crepúsculo de los dioses’ nos muestra la volatilidad de la fama, lo efímero que puede llegar a ser esa vida, esa condición. Que la verdadera amistad, el auténtico cariño por la persona, no es algo que se pueda conseguir a la ligera. Los halagos son fatuos, las palmaditas en la espalda y las sonrisas pasan y después, con una suave brisa, el castillo de naipes se desmonta y te ves sola y amargada. Escondido en los recuerdos, en el propio ego que te hace creer que eres más que una persona. Puede que un mismísimo Dios.
No creo que sea capaz de describir las sensaciones que me produce el visionado de esta película. Me encanta cómo mueve la cámara Wilder, la mirada de Swanson, el carisma de Holden. El miedo al fracaso, la recuperación del olvido, los flashes, las portadas. Esa vorágine que transforma a las personas y a las puede llegar a corromper para siempre. Todo es sumamente elegante, pero también deleznable, se tiene la sensación de que se deteriora con facilidad, que es algo voluble, artificial.
Todo esto y mucho más es lo que refleja esta obra maestra de Billy Wilder, que mezcla hábilmente elementos del cine negro con el melodrama e incluso tintes de terror. No un terror al uso, algo más sutil, psicológico. Sin olvidar la cantidad de referencias y homenajes dentro de la propia historia del cine que podemos encontrar en esta cinta. No olvidemos que se trata de una película de cine sobre el mundo del cine.
Si te haces llamar cinéfilo y aún no la has visto, solo tienes una opción: hacerte con ella y disfrutar de este mito.
“Es curiosa la amabilidad de la gente cuando estás muerto”. – Joe Gillis.
Alfonso Gutiérrez Caro (@alfonsogc82)
Excelente comentario. Así da auténtica gana de visionar la película.
Enhorabuena
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