Por Alfonso Caro de El Palomitrón
Título origina: The Matrix. País: EE.UU. Año: 1999. Duración: 131 min. Director: Andy Wachowski, Lana Wachowski. Guión: Andy Wachowski, Lana Wachowski. Música: Don Davis. Fotografía: Bill Pope. Reparto: Keanu Reeves, Laurence Fishburne, Carrie-Anne Moss, Hugo Weaving, Gloria Foster, Joe Pantoliano, Marcus Chong, Julian Arahanga, Matt Doran, Belinda McClory, Anthony Ray Parker, Paul Goddard, Robert Taylor, David Aston, Marc Aden Gray, Ada Nicodemou, Rowan Witt, Bill Young, Fiona Johnson. Productora: Warner Bros / Village Roadshow Pictures / Groucho II Film Partnership. Género: Ciencia ficción / Acción. Estreno (EE.UU.): 31/03/1999. Estreno (España): 23/06/1999.
La realidad que vivimos no es real. Con esta premisa arranca todo el universo ‘Matrix’. Un universo de referencias, homenajes, y guiños a prácticamente todas las culturas y religiones que el ser humano ha ido modelando a lo largo de siglos de historia, y que ha provocado que multitud de iluminados busquen cientos de lecturas escrutando, uno a uno, cada plano de esta trilogía, de la que ‘Matrix’ es sólo el comienzo, pero también la pieza más redonda del conjunto. De las tres que conforman la saga, ‘Matrix’ es sin duda la única que se puede visualizar sin necesidad de sus secuelas, y es también la cinta más revolucionaria del género en los últimos treinta años.
La multitud de fuentes mitológicas, religiosas, políticas, filosóficas, y finalmente populares, de las que bebe ‘Matrix’ son tan numerosas que bien podíamos escribir varios libros y, efectivamente, son una de las claves por las que la obra, hasta ahora, más aclamada de los Wachowski. Pero ‘Matrix’ no sólo entra en el prestigioso club de las cintas referencia del género por su variedad de fuentes, sino que su plaza está también perfectamente ganada a pulso por la revolución narrativa y visual que supuso el estreno de la película en 1999.
Hablamos de revolución en la narrativa porque ‘Matrix’ se estructura como un universo en expansión, si adoptamos la óptica del espectador novel que se enfrenta por primera vez a la saga. La complicidad de su trama se multiplica exponencialmente según avanza la película, obligando al espectador no sólo a permanecer muy atento a la pantalla, sino a revisionarla como mínimo un par de veces para atar todos los cabos sueltos. ‘Matrix’ es la mejor de la saga porque toda la película es coherente y su argumento está al alcance de todos los públicos (luego vendrían las secuelas donde es cierto que se les va un poco de las manos). Los Wachowski elaboran dos universos que viven en paralelo: un mundo virtual tan perfecto y atractivo como la vida misma, con sus miserias pero también con sus placeres más básicos al alcance de la mano, y una realidad tan desoladora y llena de desesperanza, que no nos sorprende que muchos no puedan encajarla, o simplemente renuncien a ella por una vida artificial, sí, pero tan perfecta que parece real. Presentar, comprimir, explicar, y explorar el argumento de ‘Matrix’ en algo más de dos horas supone una planificación narrativa ejemplar. No está al alcance de la mayoría de los directores del género.
Si en el apartado narrativo más de uno salió de las salas asimilando lo que le acababan de contar, en el apartado visual ‘Matrix’ no sólo revolucionó por lo novedoso, sino que significó un punto y aparte en el lenguaje visual del cine moderno. Tal fue el impacto de ‘Matrix’ que su legado ha traspasado el propio género que nos ocupa, confirmando que ‘Matrix’ , junto a ‘Terminator II’ y la saga de ‘El Señor de los Anillos’, supone el avance más importante en le campo de los efectos especiales del cine moderno. El efecto bullettime, o esos planos (especialmente el que abre en la película y nos muestra una Trinity realizando unos movimientos asombrosos) rodados con numerosas cámaras dispuestas en un círculo de 360º, realmente dejaron claro que estábamos ante algo nuevo. No sólo de efectos especiales vive el virtuosismo de ‘Matrix’; la fotografía que atesora la cinta sigue siendo a día de hoy (catorce años después) de primera división. sus escenas de acción, que encuentran su origen en el cine oriental, están minuciosamente montadas, imprimiendo un ritmo hipnótico tanto a las luchas cuerpo a cuerpo (el entrenamiento de Neo a manos de Morfeo en técnicas de lucha es una maravilla) como a las secuencias más aparatosas (el tiroteo en el hall del edificio donde Morfeo está retenido es todavía un manual para los jóvenes directores de acción). Visualmente es una delicia porque incluso en las escenas menos complejas, los hermanos Wachowski encuadran de escándalo. La mayoría de los planos encierran pequeños detalles que hacen de ‘Matrix’ una gran cascada de información que obliga a su revisión para no perder detalle. A toda esta eficacia visual hay que sumarle una potente banda sonora y una acertadísima selección de piezas musicales, himnos de la música electrónica y dance del momento: Prodigy, Propellerheads, Rob Zombie, Rammstein…
Francamente estamos ante una de las películas más importante del género, y esto sólo pasa cuando un producto significa un punto y aparte en la manera de ver y hacer cine. ‘Matrix’ es eso, un elaborado e intrincado laberinto visual y narrativo cuyo universo no tiene nada que envidiar a los presentados por el resto de obras magnas del género. Catorce años después sigue luciendo mejor que muchas propuestas contemporáneas y desde luego sigue siendo una de las obras más ambiciosas en contenido que el cine nos ha regalado desde sus inicios.
LO MEJOR
- La secuencia que abre la película, en la que Trinity escapa de unos policías que simplemente están tan poco preparados para lo que van a ver como los propios espectadores.
- Su complejidad argumental, tan rica en matices y deudora de las más variadas culturas, que conecta de manera global con el público de todo el mundo.
- Supone un paso adelante en el desarrollo de nuevos argumentos dentro del género.
LO PEOR
- La propuesta argumental de esta primera entrega se vio empañada por el “más enrevesado todavía” que suponen el resto de las películas de la saga.
- La propia complejidad de la cinta es un muro infranqueable para espectadores “poco amigos” del género.
Alfonso Caro (@elpalomitron)