Por Carlos González-R. Blasco de Wormhole.
Título original: 2001: A Space Odyssey. País: Reino Unido. Año: 1968. Duración: 139 min. Director: Stanley Kubrick. Guión: Stanley Kubrick & Arthur C. Clarke (Novela corta: Arthur C. Clarke). Música: Richard Strauss, Johann Strauss. Fotografía: Geoffrey Unsworth. Reparto: Keir Dullea, Gary Lockwood, William Sylvester, Daniel Richter, Douglas Rain, Laonard Rossiter, Margaret Tyzack, Robert Beatty, Sean Sullivan, Frank Miller, Penny Brahms, Alan Gilfford, Vivian Kubrick. Productora: Metro-Goldwyn-Mayer (MGM) / Stanley Kubrick Productions. Género: Ciencia ficción. Estreno (EE.UU): 02/04/1968. Estreno (España): 17/10/1968.
Un año antes de que el ser humano dejase su huella en la Luna, y una década antes de que George Lucas nos trasladase a una galaxia muy lejana, Stanley Kubrick ya había logrado alcanzar las estrellas. Si ‘Viaje a la Luna’ de Méliès fue el germen, y ‘Metrópolis’ de Fritz Lang la pionera, ‘2001: Una odisea del espacio’ supuso la madurez de un género que jamás volvería a ser de serie B. La profundidad, la complejidad y la estética de ‘2001’ cambiarían para siempre la forma de ver el cine en general y la ciencia ficción en particular.
El propio Kubrick (‘La Naranja Mecánica’, 1971), junto a otros grandes cineastas como Françoise Truffaut (‘Fahrenheit 451’, 1966) o Andrei Tarkovski (‘Solaris’, 1972) decidieron volver su atención hacia un género hasta entonces considerado menor. Sin embargo, ellos encontraron en la ciencia ficción un espacio único para la reflexión y para la expresión artística.
Y es que ‘2001’ es ante todo una obra de arte audiovisual. Los impresionantes efectos visuales, revolucionarios para la época, marcaron el camino a seguir, influyendo notoriamente en la ciencia ficción venidera. Desde los primeros instantes de la película, con esas imágenes de alineación planetaria acompañados por los inconfundibles y potentísimos compases de ‘Así habló Zaratustra’, el espectador se ve inundado por una sensación de perplejidad casi reverencial que ya no le abandonará en toda la cinta.
No es casualidad que Kubrick eligiera esta pieza como centro gravitatorio de su banda sonora. Richard Strauss la compuso inspirado por la obra escrita por Friedrich Nietzsche, del mismo título. En ella se reflejan algunas de las líneas de pensamiento del filósofo alemán: la muerte de Dios, el nacimiento del superhombre y el eterno retorno de la vida. Temas muy presentes en la película y, por ende, en la obra homónima de Arthur C. Clarke.
Pocas veces encontramos una relación tan simbiótica entre novela y película. En 1948, Clarke había escrito un relato corto titulado El Centinela, en la que se narra el descubrimiento de un artefacto alienígena enterrado en la luna. Veinte años después, la escritura del guión de 2001: una odisea del espacio y el de la novela siguieron un curso casi simultáneo y, desde luego, retroalimentado, hasta el punto de que la publicación de la novela fue posterior al estreno de la película.
El amanecer del hombre
Uno de los grandes aciertos de ‘2001: Una odisea del espacio’ es que plantea más preguntas que respuestas. Muchas de estas preguntas quedan en el aire, que es donde deben quedar para avivar la reflexión del espectador. ¿De dónde venimos? ¿Por qué en determinado momento nos diferenciamos del resto del mundo animal? ¿Por qué nosotros? ¿Qué hay más allá?
El monolito es el símbolo de la evolución humana. Algunos lo llamarán Dios. En la obra cinematográfico-literaria podría llamarse inteligencia superior extraterrestre. Pero no deja de ser una representación del punto de inflexión de la consciencia humana. En plena carrera espacial, con un futuro tan abierto y emocionante como debió serlo en la época de Cristobal Colón, la especulación sobre el futuro de la especie humana resultaba tan apasionante como necesaria.
Por este motivo, Kubrick realizó una película deliberadamente incómoda para el espectador poco dispuesto a la reflexión. Tan incómoda como el inquietante zumbido de voces humanas que emana del monolito. Sin embargo, ser capaz de contemplarla en todo su esplendor es disfrutar del significado simbólico de cada plano y de cada secuencia. Es admirar la elipsis más famosa de la historia del cine, ese hueso que se transforma en astronave, resumiendo en un segundo toda la evolución de la tecnología humana. Es deleitarnos con la danza de naves espaciales sobre la Tierra, bailando un vals al son de ‘El Danubio Azul’. Y es angustiarse con el aterrador y frío silencio del espacio y la agitada respiración de Dave Bowman intentando desesperadamente rescatar a su amigo Frank Pool.
Más allá del infinito
Muchos críticos ven en la historia de HAL una subtrama o línea argumental al margen de la principal. Sin embargo, también se puede elucubrar sobre la influencia del monolito en una inteligencia artificial tan avanzada que llega a tener consciencia de sí misma, de su propia existencia, y que por lo tanto desarrolla un sentimiento tan humano como el miedo a la muerte. Otro posible mensaje implícito sería que, por muchos avances tecnológicos que logremos, jamás deberíamos dejar de lado nuestra humanidad.
El viaje a Júpiter es la travesía del ser humano en busca de sus orígenes. Y lo que allí encuentra es la transformación nietzscheriana del hombre en superhombre. La psicodelia de luces, de perturbadoras imágenes y sonidos, las escenas cósmicas del Big Bang, primigenias o apocalípticas, no son sino símbolos del ciclo de la vida. Morir para renacer de nuevo.
Las múltiples lecturas que ofrece 2001 la convierten en definitiva en una inigualable obra maestra, artística y filosófica. La obra cumbre de uno de los mejores directores de la historia del cine. Y la más sobrecogedora cinta de ciencia ficción que se haya filmado jamás.
Carlos González-R. Blasco (@gusanillodecine)
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menuda bazofia,sales loka de la cabeza,las voces de la opera una mierda pincha en un palo,dios que mal de aquí al psiquiatra.no se entiende una mierda,jamas e visto una película tan mala,este director esta loco,esta película no tiene ni pies ni cabeza aparte el dialogo ninguno,malísimo como va a rescatar al amigo sin apenas inmutarse,buags 2 horas perdidas de mi tiempo valioso.
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Supongo que para algunos/as esta película será la re-ostia en colores, pero a mí solamente me hizo falta ver una pequeña parte para largarme cagando leches, la verdad es que es una película que nunca me ha traido, de hecho ver al mono ese rompiendo los huesos con esa música que es para volverse loco … en fin, igual es que no entiendo nada de cine y no he comprendido esa película, pero es mi opinión.
Saludos.
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una mierda grande, aburrida, pastosa y fetida.
si aun no la han visto no despedicien su vida en verla
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