Ayer tuvo lugar el segundo día del Festival de Cine Fantástico Europeo de Murcia, que celebra su segunda edición. La jornada comenzó con dos sesiones del Concurso Nacional de Cortos del C-FEM en la Filmoteca Regional, seguida de la proyección del clásico de terror de F.W. Murnau, ‘Nosferatu‘ (1922). El día concluyó con la cinta de terror gore francesa ‘A l’interieur‘ (2007).
Pocas películas se me ocurren más apropiadas para proyectar en un festival de cine fantástico que la primera adaptación al cine de la novela ‘Drácula’. No son muchos los que han tenido la oportunidad de ver ‘Nosferatu’ en la gran pantalla, película de obligado visionado para todo aquel amante del cine interesado en descubrir la génesis de este arte. Una elección de programación más que acertada que fue capaz de llenar la sala entera.
‘Nosferatu’ nació ante la imposibilidad legal de adaptar el ‘Drácula’ de Bram Stoker. Se cambiaron los nombres de sus protagonistas en un intento de filmar una versión distinta de la novela. A pesar de ello, el parecido con el original resultó tan evidente que la viuda de Stoker demandó la película por infracción de los derechos de autor. Por orden judicial se mandó destruir todas las copias del filme de Murnau. Afortunadamente, algunas de las copias ya habían sido distribuidas por todo el mundo, por lo que se ocultaron hasta la muerte de de la viuda de Stoker. Las copias que hoy día se conservan son, en su mayoría, de muy baja calidad, además de ser distintas entre sí debido a los cortes y a las diferentes versiones de la película que fueron proyectadas en cada país. La reconstrucción más fiel de la película fue presentada en el Festival de Berlín de 1984.
Friedrich Wilhelm Murnau fue para muchos el director más brillante de toda la era del cine mudo, conocido también por filmar, según la crítica francesa, la última gran película del cine mudo alemán, ‘Sunrise‘ (Amanecer) en 1927. Antes de esta película, sorprendió a todo el mundo con la primera y, tal vez, la más importante adaptación al cine de la novela de Bran Stoker, ‘Drácula’.
Su estilo, basado en un juego de luces, sombras y contrastes, casa a la perfección con una obra que exponía el eterno conflicto entre la luz y las tinieblas. En un cine como el mudo, en el que el aspecto visual había de resaltar por encima del diálogo y el argumento, Murnau nos dejó para la historia estampas inmortales e inolvidables para la memoria de la sociedad y la cultura, como el despertar del conde Orlok de su ataúd, el lento ascenso de su sombra por las escaleras o su dramática muerte con el primer rayo de sol. Un estilo lírico, romántico, característico del movimiento expresionista alemán que enriquece la atmósfera tétrica y taciturna de la historia.
Todas estas imágenes, que de manera indiscutible forman la base de todo filme de terror posterior, tienen como protagonista la perturbadora presencia de Max Schreck. La caracterización del monstruo, con sus grandes ojos, sus enormes garras y colmillos y sus siniestros gestos conforman, junto al expresionismo de F.W. Murnau el gran éxito de ‘Nosferatu’.
Hay que destacar el empleo del montaje paralelo, poco frecuente en el cine de la época e impulsado por la obra de D.W. Griffith. Este recurso narrativo permitió a Murnau dotar a la historia de un mayor dinamismo además de la oportunidad de enfatizar la relación entre las distintas escenas acontecidas en espacios distintos.
Si a la oportunidad de revisionar ‘Nosferatu’ en una sala de cine le sumamos la interpretación en directo de su banda sonora al pie del escenario por parte de Lucas Albaladejo y Víctor Díaz, el evento se convirtió en una experiencia irrepetible.
Con ‘A l’interieur‘ le fue devuelto el turno al terror francés tras la destacable ‘Martyrs’. Pero allí donde está última nos sorprendió y sobrecogió, ‘A l’interieur’ nos dejó una sensación de vacío, de decepción.
La película, dirigida por Alexandre Bustillo y Julien Maury, ganadora del Premio al Mejor Maquillaje en el Festival de Sitges 2007, cuenta la historia de una embarazada a punto de parir, atormentada en la oscuridad de la noche por una extraña que intenta irrumpir en su hogar, obsesionada por hacerse con su hijo.
La premisa, aunque sencilla (algo común en este género), puede parecer inquietante en su inicio. Pero a los pocos minutos los absurdos argumentales se suceden sin fin. Esto provoca en el espectador un completo distanciamiento con la historia y sus personajes que impide que el sufrimiento de su protagonista sea compartido, más allá de la incomodidad que pueda producir su violencia explícita.
Las incomprensibles actitudes de sus protagonistas y la estupidez de los giros argumentales van creciendo a lo largo del metraje hasta el punto de que la historia parece convertirse en una especie de comedia gore sin pies ni cabeza. Por no hablar de lo previsible que es su final.
Hay que reconocer que ‘A l’inerieur’ entretiene y por momentos se sufre, pero este sufrimiento se desvanece en seguida cuando la resolución de sus situaciones no hay por dónde cogerla.
Tampoco destaca la película por sus interpretaciones. Alysson Paradis no da el pego como víctima y mucho menos como chica guerrera. La histriónica actuación de Béatrice Dalle como la psicópata de turno es tan forzada que raya el ridículo.
Es una lástima, porque ‘A l’interieur’ empieza con buen pie. La atmósfera enrarecida y esquizofrénica de su comienzo prometía un filme de terror insano que, aunque por momentos incomoda, no llega a alcanzar lo esperado. Podría haber sido mucho mejor.
Quedan para el recuerdo algunas estampas maquiavélicas que importunarán a más de uno en sus pesadillas más vívidas.