He de confesar que prácticamente fui obligado a ver esta película, a pesar de toda la resistencia que pude oponer. Y eso era cuando me imaginaba que la película, por ese título y ese cartel, sería una extensión de la serie «Sexo en Nueva York». No me malinterpretéis, soy defensor de la serie neoyorkina y he seguido todos los capítulos de las andanzas sexuales del cuarteto protagonista. Pobre de mí, cuando lo que me encuentro es una historia totalmente diferente que utiliza el gancho de la serie para atraer a un público despistado. Claro que si uno se entera de cuál es su título original, «I don’t know how she does it» ya puede imaginarse por dónde irán los tiros. Por lo tanto supongo que más bien sería una estrategia comercial muy propia de nuestro país. No obstante, eso no la libra de sus múltiples defectos.
La historia aburre, simple y llanamente. Debería hacerse una película mejor sobre esta nueva clase de heroínas, pero el tratamiento tan soso y repelente del personaje principal raya lo desesperante. Llega hasta un punto en el que, por lo absurdo de las situaciones creadas y la antipatía que despierta Sarah Jessica Parker, que te desligas completamente de su drama y solo deseas que acabe ya esta tortura.